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Trashumancias 2015 (VIII). Las figuras de la iglesia de la Trinidad en Falaise (Calvados)

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Iglesia de Falaise. Foto R.Puig

Iglesia de la Santa Trinidad de Falaise. Foto R.Puig

Nos referíamos en la crónica anterior a Falaise, la ciudad donde en 1027 nació Guillermo el Conquistador, apodado también como “el bastardo”, quien no obstante llegó a ser no sólo Duque de Normandía, sino también Rey de Inglaterra.

La iglesia de la Trinidad, cuya construcción es del siglo XIII, en los comienzos del gótico, que experimentó importantes reformas en los siglos XV y XVI, es particularmente interesante por las esculturas de diversos personajes en la fachada lateral derecha.

Y por sus expresivas y aterradoras gárgolas que se ciernen sobre nuestras cabezas cuando la rodeamos.

Iglesia de Falaise. Foto R.Puig

Gárgola de la iglesia de Falaise. Foto R.Puig

A cual más amenazadora…

Iglesia de Falaise. Gargola. Foto R.Puig

Gárgola de la iglesia de Falaise. Foto R.Puig

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Gentes corrientes de unos tiempos idos…

Entre las figuras, características de un saber hacer realista no carente de humor popular, hay una mujer embarazada que, a pesar de su estado, ciñe espada, mientras parece estar tocando un laúd. La disposición de sus piernas, como si necesitase afirmarse contra las paredes para no caerse, hace además pensar en que su avanzada gestación anuncia un inminente alumbramiento.

Iglesia de Falaise. Figura de embarazada en la fachada lateral. Foto R.Puig

Iglesia de Falaise. Figura de embarazada en la fachada lateral. Foto R.Puig

La otra figura de mujer guerrera, en actitud de combate, con alfanje y rodela, y los cabellos al viento, aunque sin una razón para desvelar sus órganos sexuales, parece haber sido tallada por un lúbrico escultor para mostrarlos.

Iglesia de Falaise. Figura de la fachada lateral. Foto R.Puig

Iglesia de Falaise. Figura de mujer guerrera de la fachada lateral. Foto R.Puig

Además, a esta segunda parece como si le hubiesen golpeado y borrado el rostro adrede. Ambas mujeres tienen unas características y una forma de integrarse en la arquitectura de la fachada que quizás se deban a que fueron esculpidas por el mismo artista.

Iglesia de Falaise. Figura de guerrero caído de la fachada lateral. Foto R.Puig

Iglesia de Falaise. Figura de combatiente de la fachada lateral. Foto R.Puig

Pienso que algo parecido puede decirse de la disposición del guerrero que se revuelve para protegerse, por un lado con el escudo que sujeta con su brazo derecho, mientras que con el otro trata de alzar la maza para parar el ataque que, medio tendido como está, acabará probablemente con su vida.

No se puede considerar tan dramática la situación, aunque molesta, de nuestros siguientes personajes. El primero, que se sujeta las tripas con su mano izquierda, está claramente vomitando.

Iglesia de Falaise. Figura de hombre vomitando. Foto R.Puig

Iglesia de Falaise. Figura de hombre vomitando. Foto R.Puig

El otro tiene las manos en posición de hacer fuerza con todo su cuerpo. ¿Adivinan para qué?

Iglesia de Falaise. Figura de la fachada. Foto R.Puig

Iglesia de Falaise. Figura de la fachada. Foto R.Puig

Para mí que se trata de una imagen escatológica, pero no en el sentido del Apocalipsis y el fin de los tiempos. Su rostro tiene el rictus de alguien que se esfuerza por finalizar una tarea más prosaica. ¡De todo hay en las iglesias medievales!

Volviendo a las escenas de guerra, a quien tenemos aquí es a un prisionero que espera asustado la decisión que sobre su suerte tomen los captores

Iglesia de Falaise. Figura de prisionero. Foto R.Puig

Iglesia de Falaise. Figura de prisionero. Foto R.Puig

Y no sería extraño que esta plañidera descalza, que trata de protegerse del frío y que vuelve sus ojos llorosos hacia lo alto, esté invocando inútilmente una incierta piedad de los violentos

Iglesia de Falaise. Figura de mujer doliente. Foto R.Puig

Iglesia de Falaise. Figura de mujer doliente. Foto R.Puig

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…y los protagonistas de un suceso histórico

Dentro de la tradición de la ley del talión que imperó por muchos siglos en las sociedades de tradición bíblica, está documentado, particularmente en el Medioevo y hasta los umbrales del siglo XVII en Europa, que a los animales no humanos que eran acusados de actos criminales se les juzgaba según códigos humanos y, si eran sentenciados, sufrían penas equivalentes. Predominaban los casos de mamíferos de raza porcina (que habían devorado a un niño), así como algunos de ganado vacuno e incluso de alguna que otra cabra.

Normandía no fue la excepción y a través de los archivos, en particular de aquellos en que se recogen los emolumentos de los carceleros y verdugos de varias ciudades normandas, se han comprobado historias que no tienen nada de leyendas, pues ocurrieron realmente, en particular seis casos documentados de “ejecuciones curiosas en Normandía en la Edad Media” por Léon Braquehais, en un artículo de 1892 en la Normandie littéraire, donde cita la Histoire de la Ville de Falaise (p.83) de Fréderic Galeron.

El texto habla al parecer de la misma marrana que vemos en la fachada de la Santa Trinidad de Falaise en el momento de echarse encima de un ser humano, que no se ve con claridad si es mujer o bebé. Si fuese el niño de la historia judicial (como nos aseguran en la Oficina de Turismo) la crónica del suceso permitiría datar la escultura como muy temprano a finales del siglo XIV. Si fuese una mujer la víctima, estaríamos ante un criminal porcino, aunque su delito podría ser de muy distinta índole

glesia de Falaise. Figura de la cerda criminal. Foto R.Puig

glesia de Falaise. Figura de la cerda criminal. Foto R.Puig

En todo caso, les traduzco y transcribo:

“En 1386, una cerda devoró al hijo de un bracero de la ciudad, de nombre Janet. El accidente llegó a conocimiento del juez, quien condenó al animal a ser castigado en público según la ley del talión. Al niño le había destrozado el rostro y un brazo y la marrana fue mutilada del mismo modo, y a continuación fue ahorcada a manos del verdugo. La ejecución se llevó a cabo en plaza pública, en presencia de toda la población; el vizconde-magistrado la presidió a caballo, una pluma en su sombrero y el puño en el costado. Para colmo del horror, al padre de la víctima se le obligó a asistir a la ejecución; según quien escribió la historia de los hechos, se le quiso castigar por no haber vigilado a su hijo. Cuando se llevó al animal al lugar del suplicio, vestía ropa de hombre, una chaqueta, calzas largas y guantes. Se le había colocado sobre la cabeza una careta que representaba un rostro humano”

Galeron añade que este suceso pareció tan notable en aquel tiempo que se conservaba su recuerdo mediante un fresco que aún se podía contemplar en 1820 en la iglesia de la Santa Trinidad de Falaise.

El abate Langevin, que también había visto esta curiosa pintura, la describe así en sus “Investigaciones históricas sobre Falaise” (Suplemento, 1826, p.12):

Este episodio singular está pintado al fresco sobre el muro occidental del ala del crucero meridional de la iglesia de la Santa Trinidad de Falaise. El niño en cuestión y su hermano están representados sobre el muro, cerca de la escalera del campanario, acostados juntos en una cuna. A continuación, hacia la mitad del muro, están pintados el cadalso, la cerda vestida en forma humana, a la que el verdugo cuelga de la horca en presencia del vizconde a caballo, una pluma en el sombrero y el puño en el costado, observando la ejecución

Después de 1820, la iglesia de la Santa Trinidad ha sido restaurada varias veces y está pintura actualmente ha desaparecido, como lo hemos constatado recientemente en visita a este interesante edificio, clasificado entre los monumentos históricos de Calvados.

Léon Braquehais añade que hasta tres autores se hacen eco de esta historia en el siglo XVIII, pero la sitúan erróneamente en 1396. Lo prueba el recibo del verdugo encontrado por un anticuario de Normandia, al que cita, quien transcribe así este documento:

“El día IXº de enero del año mil CCCIIIIXX y seis… se presentó maestro Nicole Morier verdugo de Falaise que reconoció y confesó haber recibido del hombre sabio y provisor Regnault Rigaut vizconde de Falaise por mano de Colin Gillain su lugarteniente general la suma de diez cuartos y diez denarios tourneses en concepto de pan y salario por haber llevado y después ahorcado ante la justicia falesina una cerda de más o menos tres años de edad propiedad de un tal Souvet el Albañil de la parroquia de Laferté Macy que había comido el rostro del niño de dicho Albañil (que estaba en la cuna y tenía como tres meses de edad) de modo que el dicho niño murió a causa de ello, son diez cuartos tourneses más diez denarios por unos guantes nuevos con los que realizó la ejecución, por la cual suma de diez cuartos y diez denarios tourneses el verdugo precitado se considera bien pagado

Firmado: Girot de M.”

Concluye diciendo que varios casos de esta práctica judicial están bien documentados en la Normandía medieval.

Los grabados que reproduzco a continuación son de un libro que, gracias a la bibliografía sobre el tema que me ha completado mi hija María, ustedes podrán leer directamente en su versión completa dentro del proyecto Gutenberg:

E.P.Evans. The criminal prosecution and capital punishment of animals. London, William Heinemann 1906

El primer grabado está claramente inspirado en el caso de Falaise. Aparece el vizconde-magistrado a caballo con su sombrero de plumas y el puño apoyado en la cadera

Execution of a sow. Evans

Execution of a sow. Evans 1906

El otro amplía el abanico de los homicidios a manos (o diríamos mejor a patas) de animales asesinos, pues no sólo hay un cerdo devorando un niño, sino también una vaca corneando a un hombre y unos perros ensañándose con las ovejas.

Animales asesinos. Evans

Animales asesinos. Evans, 1906

Si la práctica medieval de enjuiciar a los animales se hubiese mantenido, en España los juzgados no habrían dado abasto este verano para juzgar a los que mataron e hirieron a no pocos temerarios en los encierros pueblerinos de la Comunidad Valenciana. Si bien, los toros homicidas podrían haber sido absueltos con el eximente de la defensa propia.

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Más

El libro de Evans es muy interesante, pues no se restringe a analizar los casos que anuncia su título, sino que los sitúa en una tradición penal, abundante, variopinta y cruel, no sólo para con los animales, sino sobre todo en el contexto de la persecución y condena de los que, en diversos momentos de la historia de la justicia, se han considerado crímenes o males nefandos, y castigado con la la ley del talión, con penas ejemplarizantes o con la ejecución de los perpetradores.

Tan es así, que algunos de los casos citados en el libro afectan a la imagen de santidad bondadosa de quienes como, en el caso de San Carlos Borromeo, se complacían en la tortura y muerte de quienes caían bajo su poder inquisitorial:

Thus Cardinal Carlo Borromeo, who was pre-eminent among his contemporaries for the purity of his life and the benevolence of his character, did not hesitate to condemn Fra Tommaso di Mileto, a Franciscan monk, to be walled up alive, because he entertained heretical notions concerning the sinfulness of eating meat on Friday, and expressed doubts touching the worship of images, indulgences, the supreme and infallible authority of the pope, and the real presence in the eucharist. This cruel sentence, a striking illustration of the words of Lucretius,

“Tantum religio potuit suadere malorum,”

was pronounced December 16, 1564, as follows: “I condemn you to be walled up in a place enclosed by four walls, where, with anguish of heart and abundance of tears, you shall bewail your sins and grievous offences committed against the majesty of God, and the holy mother Church and the religion of St. Francis, the founder of your order”.

A bishop, who should impose such a punishment now-a-days, would be very properly declared insane and divested of his office.

Traduzco:

Por ejemplo, el Cardenal Carlos Borromeo, que destacó entre sus contemporáneos por la puridad de su vida y la benevolencia de su carácter, no dudó en condenar a Fray Tommaso di Mileto, un fraile franciscano, a ser emparedado vivo, porque había mantenido nociones heréticas relativas a lo pecaminoso de comer carne los viernes y expresado dudas sobre el culto a las imágenes, las indulgencias, la suprema e infalible autoridad del papa y la presencia real en la Eucaristía. La cruel sentencia, una patente ilustración de las palabras de Lucrecio,

“¡A cuánta maldad pudo inducir la religión!”,

Fue pronunciada el 16 de diciembre de 1564, del modo siguiente. “Yo te condeno a ser emparedado en sitio cerrado por cuatro muros, donde, con angustia de tu corazón y abundancia de lágrimas, lamentes tus pecados y graves ofensas cometidos contra la majestad de Dios, su santa madre la Iglesia y la religión de San Francisco, el fundador de tu orden”.

Un obispo que en nuestros días impusiese tal castigo, sería con mucha razón declarado loco y privado de su cargo

(Evans, op.cit. pp.208-209 y cita de De rerum natura, 1, 101).

San Carlos Borromeo. Santuario de los Milagros. Orense

San Carlos Borromeo. Fuente: Santuario de Nuestra Señora de los Milagros. Orense

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El libro trae otros ejemplos de códigos y prácticas crueles y despóticas, como las que imponía “el código radical de Pachacutec, el Justiniano de los peruanos antiguos, que castigaba el adulterio con la mujer del Inca con la muerte no sólo de ambos adúlteros, sino también de sus hijos, parientes y esclavos, a más de los habitantes de la ciudad en la que se hubiera cometido, que además debía ser arrasada y cubierta de piedras”.

El Inca Pachacutec. Fuente Monografías.com

Recreación del el Inca Pachacutec según Monografías.com

Supuesto lo cual, Evans no refiere ningún caso de adulterio con la mujer del Inca. Pudo ser porque el código de Pachacutec disuadiera eficazmente a los súbditos del Imperio o porque ningún implicado sobreviviese para contarlo.

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Consejo final

Para quienes aspiren a un sobresaliente o quieran empezar una tesis doctoral al respecto, alguna otra referencia de las que mi hija a bote pronto me ha enviado:

Erica Fudge. Perceiving Animals.Humans and Beasts in Early Modern English Culture, University of Illinois, 2002.

Reseña crítica del libro de Fudge por Barry Reay, professor of history at the University of Auckland and author of Popular Cultures in England, 1550-1750.

Así como un estudio cuya aparición inminente se anuncia sobre The Criminal Trial of Animals: A Case Study in Shame and Necessity

Y desde luego, si tienen ocasión, no dejen de darse una vuelta por Calvados y en particular por la ciudad de Falaise. Pero si viajan con bebés no permitan que algún ejemplar de raza porcina se acerque a la cuna. En Normandía pueden ocurrir historias truculentas.

Iglesia de Falaise. Nave lateral. Foto R.Puig

Iglesia de Falaise. Nave lateral. Foto R.Puig



Convergencias de Arte y Literatura (II): el museo imaginario de Benito Pérez Galdós

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Las novelas de Torquemada. Foto R.Puig

Las novelas de Torquemada. Foto R.Puig

Para el profesor Joaquim Parrellada

Estuve leyendo las Novelas de Torquemada de Galdós hace algunos meses, en un volumen muy usado que perteneció a mi padre. De vez en cuando vuelvo a encontrarme con autores salidos de los anaqueles de la casa familiar y abrirlos es una forma de revivir lo que hace años leían mis padres. Las páginas no sólo hablan de los escritores y sus ficciones. Llevan algo añadido que no sé explicar.

Pero, a lo que íbamos…

Pienso que entre los efectos de la reducción de la enseñanza de las Humanidades en nuestro sistema educativo (por no hablar de daños colaterales) está el de que muchos bachilleres ya no entienden los significados de gran parte de las obras de la escultura y pintura clásicas, y de no pocas del arte moderno. Podría ser que a alguno que pase como turista por las salas de un museo, le pique la curiosidad y se le antoje googlear en la pantalla de su androide. Pero sospecho que las historias, mitos, personajes y símbolos que los lienzos o las esculturas presentan les habrán de parecer cosas de marcianos.

Quizás por eso, el redactor jefe que protagoniza la última novela de Umberto Eco (Numero Zero, Milano, Bompiani, 2015, pp. 18 y 19) se hace la siguiente reflexión:

…me he dado cuenta de que para describir a alguien o algo me refería a situaciones literarias: no era capaz de decir que un tal paseaba en una tarde tersa y clara, sino que decía que andaba ‘bajo un cielo de Canaletto’. Después he entendido que también lo hacía D’Annunzio: para decir que una tal Constanza Landbrook tenía determinadas cualidades, escribía que parecía una criatura de Thomas Lawrence. De Elena Muti observaba que sus rasgos recordaban ciertos perfiles de los cuadros del Moreau joven, y que Andrea Spirelli recordaba el retrato del gentilhombre desconocido de la Galería Borghese. De modo que para leer una novela necesitaríamos hojear algunos fascículos de historia del arte de los que se venden en los quioscos.

Lo que el personaje de Umberto Eco reprocha a D’Annunzio es un uso simplista de un recurso retórico, la ekfrasis, que en sentido amplio consiste en tratar del contenido de un género expresivo en el interior de otro, con fines descriptivos. De forma restringida se entiende como la descripción de una obra de arte plástica (pintura, escultura, arquitectura, etc.) en el seno de un texto literario (como la del escudo de Aquiles por Homero).

Entre ambos extremos hay definiciones y estudios sesudos para todos los gustos sobre este término que en griego antiguo significaba descripción y que, a mi modo de ver, no tiene por qué considerarse solamente como un recurso literario, pues también puede, en sentido inverso, serlo pictórico o escultórico, cuando un texto inspira un lienzo o una escultura.

Curiosamente, el mismo protagonista de la novela de Eco que descalificaba a D’Annunzio, usa la misma figura retórica casi ciento noventa páginas más tarde (p.206):

Al crepúsculo, yo, ensombrecido, miraba al lago que se sumía en sombra. La isla de San Jorge, radiante bajo el sol, surgía de las aguas como la isla de los muertos de Böcklin

La isla de los muertos. Arnold Böcklin II (1880). Museo de Arte de Basilea

La isla de los muertos. Arnold Böcklin II (1880). Museo de Arte de Basilea

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De museos con Don Benito

Pero volvamos a Galdós, un maestro de la descripción, en cuya obra encontramos la ekfrasis en todos sus sentidos. En ocasiones alude a los rasgos del personaje de un lienzo o de una escultura para apoyar los de los protagonistas de sus novelas. En otras ocasiones sus referencias, sobre todo pictóricas, crean la atmósfera adecuada al episodio, describen el entorno de la historia y, de paso, ilustran sus amplios conocimientos en materia de pintura. No en vano tenía una cultura artística notable y mantenía amistad con varios pintores de su tiempo.

La cuestión es que no sólo es difícil para nuestros estudiantes entender los motivos de la pintura o la escultura clásicas, sino que no podrán entender muchas de las descripciones de Galdós cuando reenvían a una obra de arte para representar plásticamente al personaje o al entorno en que este se mueve.

Por mi parte me limito a ilustrar, con las obras de arte que el autor saca a colación, algunas ekfrasis extraídas de mis últimas lecturas galdosianas: Tormento y Las novelas de Torquemada. Un estudio exhaustivo de las ekfrasis en toda la obra de Galdós, que yo sepa, está por hacerse. El artículo de J.J. Alfieri sobre El arte pictórico en las novelas de Galdós (Anales galdosianos. Año III, 1968) es una panorámica de la conocida afición del escritor la pintura y a su amistad con pintores contemporáneos con escuetas referencias a sus obras.


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TORMENTO

(Edición de Teresa Barjau y Joaquim Parrellada, Barcelona, Crítica, 2007)

El primero extracto se refiere a rasgos corporales de la protagonista, no sin una suave ironía

Amparo

Pero lo más llamativo en esta joven era su seno harto abultado, sin guardar proporciones con su talle y estatura. La ligereza de su traje en aquella ocasión acusaba otras desproporciones de imponente interés para la escultura, semejantes a las que dieron nombre a la Venus Calipigia (p. 215)

Venus Calipigia. Museo de Capodimonte. Napoles. Foto Wikipedia

Venus Calipigia. Museo de Capodimonte. Napoles. Foto Wikipedia

Una analogía y una forma culta de referirse a unas nalgas, sin caer en piropos de andamio, que bien podría animar a los alumnos a visitar el Museo de Capodimonte en Nápoles, si en su viaje de fin de estudios les toca Italia.

El segundo describe a un viejo clérigo que dirige espiritualmente al joven sacerdote, amante de Amparo, Don Pedro, y a la hermana beatona de este.

El padre Nones y Doña Marcelina

El escueto y rechupado clérigo, la señora con cara de caoba y vestido negro, tomaron asiento en la sala. El primero parecía haber escapado de un cuadro del Greco. La segunda estaba emparentada con los Caprichos de Goya (p.376)

El Greco. Retrato de Juan Pimentel. Museo Bonnat. Bayona. Detalle

El Greco. Retrato de Juan Pimentel. Museo Bonnat. Bayona. Detalle

Lo del Greco puede que no emocione mucho al alumno, pero los Caprichos, podrían comentarse como predecesores del comic moderno y de la estética del Halloween. Que nuestro pintor universal me perdone, pues sólo trato de dar pistas pedagógicas a los desesperados profesores de literatura

Goya.Chiton. Detalle.Los Caprichos

Goya.Chitón. Detalle.Los Caprichos

LAS NOVELAS DE TORQUEMADA

(Alianza Editorial, 1967)

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D.José Bailón (amigo de D. Francisco Torquemada)

(Torquemada en la hoguera)

Eran D. José Bailón un animalote de gran alzada, atlético, de formas robustas y muy recalcado de facciones, verdadero y vivo estudio anatómico por su riqueza muscular. Últimamente había dado otra vez en afeitarse; pero no tenía cara de cura, ni de fraile, ni de torero. Era más bien un Dante echado a perder

Escuela italiana. Dante Alighieri. Wikimedia

Escuela italiana. Dante Alighieri. Wikimedia

Dice un amigo mío, que por sus pecados ha tenido que vérselas con Bailón, que éste es el vivo retrato de la sibila de Cumas, pintada por Miguel Ángel, con las demás señoras sibilas y los profetas, en el maravilloso techo de la Capilla Sixtina.

La sibila de Cumas. Detalle. Miguel Ángel. Sixtina

La sibila de Cumas. Detalle. Miguel Ángel. Sixtina

Parece, en efecto, una vieja de raza titánica que lleva en su ceño todas las iras celestiales. El perfil de Bailón y el brazo y pierna, como troncos añosos; el forzudo tórax y las posturas que sabía tomar, alzando una pataza y enarcando el brazo, le asemejaban a esos figurones que andan por los techos de las catedrales, despatarrados sobre una nube

Espatarrados sobre una nube. Iglesia del Gesù. Roma. Foyo R.Puig

Despatarrados sobre una nube. Iglesia del Gesù. Roma. Foto R.Puig

Lástima que no fuera moda que anduviéramos en cueros para que luciese en toda su gallardía académica este ángel de cornisa. En la época en que lo presento ahora pasaba de los cincuenta años (capítulo 3)

Despatarrado. Sixtina

Despatarrado. Sixtina

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Y algunos capítulos más tarde:

En aquel momento tenía el hombre actitud muy diferente de la de su similar en la Capilla Sixtina: sentado, las manos sobre el puño del bastón, éste entre las piernas dobladas con igualdad, el sombrero caído para atrás, el cuerpo atlético desfigurado dentro del gabán de solapas aceitosas, los hombros y cuello plagados de caspa. Y sin embargo de estas prosas, el muy arrastrado se parecía a Dante y ¡había sido sacerdote en Egipto! Cosas de la pícara Humanidad… (capítulo 6)

Rafael. Retrato de Dante.Vaticano

Rafael. Retrato de Dante.Vaticano

Aquí el profesor podría explicar a los alumnos que Miguel Ángel era un admirador de la obra de Dante y que los frescos de la Sixtina se inspiran en detalles su obra, por lo que no es extraño que el atuendo y el perfil de la Sibila de Cumas, pintada entre 1508 y 1510 se parezcan al autor de la Divina Comedia pintado por Rafael en 1511 en las estancias del Vaticano, según un patrón fisionómico que procede del Giotto.

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El mendigo que se parece a San Pedro

(Torquemada en la hoguera)

De vuelta a casa, ya anochecido, encontró, al doblar la esquina de la calle de Hita, un anciano mendigo y haraposo, con pantalones de soldado, la cabeza al aire, un andrajo de chaqueta por los hombros, y mostrando el pecho desnudo. Cara más venerable no se podía encontrar sino en las estampas del Año Cristiano. Tenía la barba erizada y la frente llena de arrugas, como San Pedro; el cráneo terso y dos rizados mechones blancos en las sienes. (capítulo 5)

San Pedro penitente. Luis Tristan. Patrimonio Nacional. Palacio Real

San Pedro penitente. Luis Tristan. Patrimonio Nacional. Palacio Real

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(Torquemada y San Pedro)

– Pues ya que habla de cuentos, voy a referirle uno muy viejo que puede interesarle. El por qué y el cómo y cuándo de esta costumbre que tengo de llamarle a usted San Pedro.

– Venga, venga.

– La primera coincidencia es que aquel hombre se me pareció a un San Pedro, imagen de mucha devoción, que podrá usted ver en San Cayetano, en la primera capilla de la derecha, conforme se entra. La misma calva, los mismísimos ojos, el cerquillo rizado, las facciones todas, en fin, San Pedro vivo y muy vivo. Y yo conocía y trataba a la imagen del apóstol como a mis mejores amigos, porque fui mayordomo de la cofradía de que él era patrono, y en mis verdes tiempos le tuve cierta devoción. San Pedro es patrono de los pescadores; pero como en Madrid no hay hombres de mar, nos congregábamos para darle culto los prestamistas que, en cierto modo, también somos gente de pesca… Adelante. Ello es que el pobre haraposo era igual, exactamente igual al santo de nuestra cofradía. (II, capítulo 5)

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Rafael

(Torquemada en la cruz)

Rafael no chistó. La cabeza inclinada sobre el pecho, el cabello en desorden, esparcido sobre la frente, parecía un Cristo que acaba de expirar, o más bien Eccehomo, por la postura de los brazos, a los que no faltaba más que la caña para que el cuadro resultase completo (II, capítulo 5)

Luis de Morales. Eccehomo. Colección Placido Arango. Foto Caylus

Luis de Morales. Eccehomo. Colección Placido Arango. Foto Caylus

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(Torquemada en el Purgatorio)

Dijo esto sonriendo, los brazos rodeando la cabeza, en actitud semejante a la dela maja yacente de Goya.

–  Me parece bien. Y ahora… a dormir.

– Sí señor; el sueño me rinde, un sueño reparador, que me parece no ha de ser corto. Crea usted, señor Marqués amigo, que mi cansancio pide un largo sueño.

–  Pues te dejo. Ea, buenas noches.

La maja desnuda.Detalle.Goya. Museo del Prado

La maja desnuda.Detalle.Goya. Museo del Prado

– Adiós -dijo el ciego con entonación tan extraña, que D. Francisco, ya junto a la puerta, hubo de detenerse y mirar hacia la cama, en la cual el descendiente de los Águilas era, salvo la ropa, una perfecta imagen de Cristo en el Sepulcro, como lo sacan en la procesión del Viernes Santo (III, capítulo 12)

Cristo muerto. Paso de Semana Santa. Valdepeñas

Cristo muerto. Paso de Semana Santa. Valdepeñas

Aquí va a ser difícil explicarle al alumno cómo puede ser que el ciego Rafael haya pasado en pocos instantes de una postura de maja de Goya a parecerse al Cristo muerto de los pasos de Viernes Santo.

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Fidela

(Torquemada y San Pedro)

Con tener dos años menos que su amiga, y poquísimas, casi invisibles canas que peinar, Fidela representaba más edad que ella. Desmejorada y enflaquecida, su opalina tez era más transparente, y el caballete de la nariz se le había afilado tanto, que seguramente con él podría cortarse algo no muy duro. En sus mejillas veíanse granulaciones rosadas, y sus labios finísimos e incoloros dejaban ver, al sonreírse, parte demasiado extensa de las rojas encías. Era, por aquellos días, un tipo de distinción que podríamos llamar austriaca, porque recordaba a las hermanas de Carlos V, y a otras princesas ilustres que viven en efigie por esos museos de Dios, aristocráticamente narigudas.

Maria de Austria. Hermana de Carlos V. Jan Cornelisz

Maria de Austria. Hermana de Carlos V. Jan Cornelisz

Resabio elegantísimo de la pintura gótica, tenía cierto parentesco de familia con los tipos de mujer de una de las mejores tablas de su soberbia colección, un Descendimiento de Quintín Massys (I, capítulo7)

Quentin Massys. Descendimiento 1511.Museo Bellas Artes Amberes

Quentin Massys. Descendimiento 1511.Museo Bellas Artes Amberes

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El padre Gamborena:

(Torquemada y San Pedro)

Hasta los andares del buen eclesiástico revelaban la grave noticia de que era mensajero, y antes de llegar, venía diciéndola con los pies, con el compás seguro y rítmico, con el ruidillo que hacían las suelas sobre el entarimado… Detuviéronse al fin los pasos en la puerta; abrióse esta con lentitud ceremoniosa, y en el rectángulo, como luminosa figura en marco negro, vio aparecer Torquemada la persona del misionero de Indias, su cara de talla antigua, de caliente y tostada pátina, la calva reluciente, el cuerpo todo negro, los ojos de angélica expresión.

San Francisco de Borja Martinez Montañés. Iglesia de la Anunciación. Sevilla

San Francisco de Borja Martinez Montañés. Iglesia de la Anunciación. Sevilla

D. Francisco clavó en él los suyos, diciéndole con la mirada: «Ya sé… ya». Y él, con voz patética, solemne, terrible, que sonó en los oídos del tacaño como el restallar de los orbes al desquiciarse, le dijo: «¡Señor, Dios lo ha querido!» (I, capítulo 15)

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Don Francisco Torquemada

(Torquemada en la cruz)

Sí, señorita… El hombre se va afinando. Ayer le vi y no le conocí, con su chisterómetro acabado de planchar, que parecía un sol, y levita inglesa… Vaya; a cualquiera se la da… ¡Quién le vio con la camisa sucia de tres semanas, los tacones torcidos, la cara de judío de los pasos de Semana Santa, cobrando los alquileres de la casa de corredor de frente al Depósito! (II, capítulo 7)

Estereotipo de-judio. Presentacion de la virgen. Maestro-de Calzada. Museo de Bellas Artes. Valencia. Foto R.Puig

Estereotipo de judío. Presentación de la Virgen. Maestro de Calzada. Museo de Bellas Artes. Valencia. Foto R.Puig

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Torquemada ante la inminente muerte de Fidela

(Torquemada y San Pedro)

Pero no: si le anunciaban la muerte, ¿cómo soportar la noticia? Además, los criados todos se le habían hecho tan antipáticos, que no quería nada con ellos, y si por acaso le contestaban algo desagradable, trabajillo le había de costar no emprenderla con ellos a puntapiés. Tanta llegó a ser al fin su ansiedad, que entreabrió la puerta. Frente a esta, extendíase una ancha galería bien iluminada. ¡En su dorada cavidad cuánta tristeza! Pasos se oían, sí; pero no muy lejanos, arriba, allá, donde estaba pasando… lo que pasaba. En el fondo de la galería vio una figura enorme, desnuda, con la cabeza próxima al techo, y las piernazas encima de una puerta. Era un lienzo de Rubens, que a D. Francisco le resultaba la cosa más cargante del mundo, un tío muy feo y muy bruto, amarrado a una peña. Decían que era Prometeo, un punto de la antigüedad mitológica: picardías muy malas debió de hacer el tal, porque un pajarraco le comía las asaduras, suplicio, que a juicio del Marqués de San Eloy, estaba muy bien empleado.

Prometeo. Rubens. Museo de Arte de Filadelfia

Prometeo. Rubens. Museo de Arte de Filadelfia

Más acá vio a una ninfa que también le cargaba, casi en cueros la muy sinvergüenza, con los pechos al aire, y tan tiesa como si se hubiera tragado el palo del molinillo. No se acordaba Torquemada de su nombre; pero ello era también cosa de tirios y troyanos… Ganas le dieron súbitamente de salir con una estaca y emprenderla a palos con la estatua (copia de la Dafne de Nápoles) que decoraba el fondo de la galería, y hacerla pedazos, para que aquella pindongona no le señalara más con su dedo provocativo, ni se le riera en sus barbas… Pero habría sido disparate romperla, valiendo lo que valía (I, capítulo 15)

Apolo y Dafne. Capodimonte

Apolo y Dafne. Museo de Capodimonte. Nápoles

No he podido localizar ninguna escultura de Dafne en el Museo de Capodimonte, aunque sí este luneto mural que la representa perseguida por Apolo, el mismo tema de la escultura famosa de Bernini en la Galería Borghese de Roma. El gesto de señalar con el dedo que irrita a Torquemada no aparece en ninguna de las dos obras. Galdós está probablemente recreando una versión imaginaria que sirve mejor a su intención literaria (aunque no se puede descartar que la idea venga de otra representación de la ninfa).

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Cruz

(Torquemada y San Pedro)

Bien quisiera ella mostrar su espíritu evangélico en las proporciones de sublime virtud que las vidas de santos nos ofrecen. Mas no era culpa suya que la regularidad de la existencia, en nuestro perfilado siglo, imposibilite ciertos extremos. Con fuerzas se sentía la noble dama para imitar a la santa Isabel de Murillo, lavando a los tiñosos, y tan cristiana y tan señora como ella se creía.

Murillo. Santa Isabel de Hungría curando tiñosos.

Murillo. Santa Isabel de Hungría curando tiñosos.

Pero tales ambiciones no era fácil que se viesen satisfechas; el mismo Gamborena no se lo habría permitido, por temor a que padeciera su salud. Ello es que su imaginación se exaltaba más de día en día, y que su voluntad potente, no teniendo ya otras cosas en qué emplearse, se manifestaba en aquella, para gloria suya y de la idea cristiana (II, capítulo 6)

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El Palacio de Torquemada

(Torquemada y San Pedro)

En la parroquia de San Marcos, y entre las calles de San Bernardo y San Bernardino, ocupa el palacio de Gravelinas, hoy de San Eloy, un área muy extensa. Alguien ha dicho que lo único malo de esta mansión de príncipes es la calle en que se eleva su severa fachada. Esta, por lo vulgar, viene a ser como un disimulo hipócrita de las extraordinarias bellezas y refinamientos del interior. Pásase, para llegar al ancho portalón, por feísimas prenderías, tabernas y bodegones indecentes, y por talleres de machacar hierro, vestigios de la antigua industria chispera. En las calles lateral y trasera, las dependencias de Gravelinas, abarcando una extensísima manzana, quitan a la vía pública toda variedad, y le dan carácter de triste población. Lo único que allí falta son jardines, y muy de menos echaban este esparcimiento sus actuales poseedoras, no D. Francisco, que detestaba con toda su alma todo lo perteneciente al reino vegetal, y en cualquier tiempo habría cambiado el mejor de los árboles por una cómoda o una mesa de noche.

La instalación de la galería de Cisneros en las salas del palacio, dio a este una importancia suntuaria y artística que antes no tenía, pues los Gravelinas sólo poseyeron retratos de época, ni muchos ni superiores, y en su tiempo el edificio sólo ostentaba algunos frescos de Bayeu, un buen techo, copia de Tiépolo, y varias pinturas decorativas de Maella.

La caida de los gigantes. Francico Bayeu. Museo del Prado

La caida de los gigantes. Francico Bayeu. Museo del Prado

Lo de Cisneros entró allí como en su casa propia. Pobláronse las anchurosas estancias de pinturas de primer orden, de tablas y lienzos de gran mérito, algunos célebres en el mundo del mercantilismo artístico. Había puesto Cruz en la colocación de tales joyas todo el cuidado posible, asesorándose de personas peritas, para dar a cada objeto la importancia debida y la luz conveniente, de lo que resultó un museo, que bien podría rivalizar con las afamadas galerías romanas Doria Pamphili, y Borghese. Por fin, después de ver todo aquello, y advirtiendo el jaleo de visitantes extranjeros y españoles que solicitaban permiso para admirar tantas maravillas, acabó el gran tacaño de Torquemada por celebrar el haberse quedado con el palacio, pues si como arquitectura su valor no era grande, como terreno valía un Potosí, y valdría más el día de mañana. En cuanto a las colecciones de Cisneros y a la armería, no tardó en consolarse de su adquisición, porque según el dictamen de los inteligentes, críticos o lo que fueran, todo aquel género, lencería pintada, tablazón con colores, era de un valor real y efectivo, y bien podría ser que en tiempo no lejano pudiera venderlo por el triple de su coste.

Tres o cuatro piezas había en la colección, ¡María Santísima!, ante las cuales se quedaban con la boca abierta los citados críticos; y aun vino de Londres un punto, comisionado por la National Gallery, para comprar una de ellas, ofreciendo la friolerita de quinientas libras. Esto parecía fábula. Tratábase del Masaccio, que en un tiempo se creyó dudoso, y al fin fue declarado auténtico por una junta de rabadanes, vulgo anticuarios, que vinieron de Francia e Italia. ¡El Massaccio! ¿Y qué era, ñales? Pues un cuadrito que a primera vista parecía representar el interior de una botella de tinta, todo negro, destacándose apenas sobre aquella obscuridad el torso de una figura y la pierna de otra. Era el Bautismo de nuestro Redentor: a este, según frase del entonces legítimo dueño de tal preciosidad, no le conocería ni la madre que le parió. Pero esto le importaba poco, y ya podían llover sobre su casa todos los Massaccios del mundo; que él los pondría sobre su cabeza, mirando el negocio, que no al arte. También se conceptuaban como de gran valor un París Bordone, un Sebastián del Piombo, un Memling, un beato Angélico y un Zurbarán, que con todo lo demás, y los vasos, estatuas, relicarios, armaduras y tapices, formaban para D. Francisco una especie de Américas de subido valor.

 Zurbaran. Museo del Prado

Zurbaran. Museo del Prado

Veía los cuadros como acciones u obligaciones de poderosas y bien administradas sociedades, de fácil y ventajosa cotización en todos los mercados del orbe. No se detuvo jamás a contemplar las obras de arte, ni a escudriñar su hermosura, reconociendo con campechana modestia que no entendía de monigotes; tan sólo se extasiaba, con detenimiento que parecía de artista, delante del inventario que un hábil restaurador, o rata de museos, para su gobierno le formaba, agregando a la descripción, y al examen crítico e histórico de cada lienzo o tabla, su valor probable, previa consulta de los catálogos de extranjeros marchantes, que por millones traficaban en monigotes antiguos y modernos.

¡Casa inmensa, interesantísima, noble, sagrada por el arte, venerable por su abolengo! El narrador no puede describirla, porque es el primero que se pierde en el laberinto de sus estancias y galerías, enriquecidas con cuantos primores inventaron antaño y ogaño el arte, el lujo y la vanidad. Las cuatro quintas partes de ella no tenían más habitantes que los del reino de la fantasía, vestidos unos con ropajes de variada forma y color, desnudos los otros, mostrando su hermosa fábrica muscular, por la cual parecían hombres y mujeres de una raza que no es la nuestra.

Apolo y Dafne. Bernini. Galeria Borghese

Apolo y Dafne. Bernini. Galeria Borghese Roma

Hoy no tenemos más que cara, gracias a las horrorosas vestiduras con que ocultamos nuestras desmedradas anatomías. Conservábase todo aquel mundo ideal de un modo perfecto, poniendo en ello sus cinco sentidos la primogénita del Águila, que dirigía personalmente los trabajos de limpieza, asistida de un ejército de servidores muy para el caso, como gente avezada a trajinar en pinacotecas, palacios y otras Américas europeas (I, capítulo 6)

El palacio de Gravelinas y la Colección Cisneros constituyen otra fantasía literaria de Galdós (como el dedo de Dafne que molesta a Torquemada). La creación de este lugar ficticio constituye una topotesia en la que reúne múltiples obras de arte existentes y, además, describe otras que ha modificado intencionalmente o que se han transformado en su memoria.

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Con ocasión del entierro de Fidela

(Torquemada y San Pedro)

La papeleta de invitación era tan sencilla como elegante; eligiose el coche estufa de mayor magnificencia que había en Madrid; encargáronse coronas de una riqueza fenomenal, y por fin, se preparó la capilla ardiente con toda la suntuosidad de que tan soberbia morada era susceptible. El gran salón se pavimentó de negro. En las paredes fueron colocados los seis colosales lienzos del Martirio de Santa Águeda, por Tristán

Santa Agueda. Luis Tristán. San Benito. Retablo de la vida de Jesús. Yepes. Toledo

Santa Agueda. Luis Tristán. San Benito. Retablo de la vida de Jesús. Yepes. Toledo

y otros asuntos religiosos y místicos de gran apariencia; en el fondo un altar riquísimo, con el tríptico de Van Eyck,

Jan van Eyck. Triptico de María y el niño con San Miguel y Santa Catalina

Jan van Eyck. Triptico de María y el niño con San Miguel y Santa Catalina. Dresde

y debajo un Eccehomo del divino Morales. Murillos y Zurbaranes formaban la Corte a un lado y otro.

Agnus Dei. Zurbaran. Museo del Prado

Agnus Dei. Zurbaran. Museo del Prado

La parte inferior de los cuatro testeros fue tapizada de negro con galón fino de oro, y se colocaron otros dos altares con imágenes de superior talla: Cristo en la columna, de Juan de Juni, la Dolorosa de Gregorio Hernández.

Dolorosa. Gregorio Hernandez. Valladolid

Dolorosa. Gregorio Hernández. Valladolid

Los bancos que alrededor de la estancia se pusieron, de nogal claveteado, eran también obra maestra de la carpintería antigua, y procedían de las colecciones de Cisneros. En los tres altares, lucían relicarios de fabulosa valía, relieves de marfil, y bronces estupendos. Donoso, otros dos amigos de la casa, artistas o amateurs de refinado gusto, dirigían la faena, ayudados de un sin fin de criados, costureras, carpinteros, etc… Cruz y Augusta iban a ver, y a dar una opinión, pero no podían estar constantemente allí. Toda la fuerza de voluntad de la primera no bastaba a distraerla de su inmenso dolor. Ordenaba que no se omitiese gasto, ni detalle alguno que aumentar pudiera el esplendor de aquel homenaje, bien corto para lo que la pobrecita muerta merecía (II, capítulo 1)

De este modo, para describir la riqueza ostentosa de Don Francisco Torquemada, convertido en parlamentario y en Marqués de San Eloy, procede Galdós a acumular en su galería ficticia del “Palacio de Gravelinas” las obras de una imaginaria colección Cisneros, a base de obras que conoce y otras que recrea, que le sirven para crear el ambiente que el usurero no aprecia más que por su valor pecuniario, pero que ha aceptado adquirir a regañadientes, azuzado por su aristocrática cuñada Cruz, quien, tras años de penurias, se toma la revancha a costa del capital del marido de su hermana.

La mayoría de las obras que Galdós menciona se localizan actualmente en museos y colecciones de España y de Europa, aunque en alguna identificación de autor o tema le haya podido traicionar la memoria. Ese “cuadrito” del “Bautismo de nuestro Redentor” de Masaccio todo oscuridad del que habla, como decíamos antes, parece fruto de su elaboración literaria. De hecho el joven artista (murio antes de cumplir 29 años) dejó un fresco del Bautismo de los neófitos en la Capilla Brancacci de Florencia, que el paso del tiempo ha desdibujado. También pudiera ser que, en este como en otros casos, se trate de obras que desde entonces han desaparecido. De hecho, de la ubicación de ocho de las diecinueve tablas del políptico de Pisa de Masaccio nunca más se supo. Sería curioso que Galdós estuviese especulando con esa historia. Claro que tampoco faltan falsificaciones y pastiches que se han colado en los mejores museos y colecciones.

De un modo u otro, en un barrio real de su Madrid, por la bajada de la calle de San Bernardo, se dio el escritor el capricho de crear una galería de fábula, enriqueciendo así lo que en su extensa obra literaria puede llamarse con propiedad “el museo imaginario de Benito Pérez Galdós”.

Galdós por Sorolla. Casa Museo Perez Galdós. Las Palmas de Gran Canaria

Galdós por Sorolla. Casa Museo Perez Galdós. Las Palmas de Gran Canaria

Conclusión

Galdós entreteje unas ficciones en las que las costumbres, vidas y rasgos de sus personajes, ilustrados mediante varias formas de la ekfrasis, dan como resultado unos textos polisémicos. En torno a ellos podrían reunirse los estudiantes y los profesores de historia del arte y de literatura en una clase interdisciplinar, que pudiera ayudar a los alumnos a introducirse no sólo en el arte de la descripción y en el aprecio de uno de nuestros mejores escritores de novela realista, sino también a mejorar su conocimiento de los motivos de historia del arte, que cada día van siendo más extraños a su mundo y a sus preocupaciones, y a ponerlos en el contexto de la historia de España y de las condiciones de vida en los entornos urbanos de hace más de un siglo.

Enlaces a los textos de Galdós que hemos citado (Biblioteca Virtual Cervantes):

Tormento

Torquemada en la Hoguera

Torquemada en la cruz

Torquemada en el purgatorio

Torquemada y San Pedro


El invierno es abstracto.., pero no siempre

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Formas del invierno. Foto R.Puig

Formas del invierno. Foto R.Puig

Hemos de tener nieve y en cantidad.

Nunca es más amable la naturaleza que cuando nieva.

Todo está tan callado y la tierra entera parece haberse arrebujado en un manto…

Todo está envuelto en silencio.

John Twachtman, pintor, 1891

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La nieve es un emblema del Invierno, incluso donde no nieva.

Sin embargo, Pierre-Henri de Valenciennes (1750-1819) en sus Reflexiones y consejos a un alumno sobre la Pintura y en particular sobre el género del Paisaje, publicado en 1799, explica algunos inconvenientes de la representación de paisajes con nieve:

Pienso que para dar una idea del Invierno, el Pintor no debe limitarse a representar la nieve por todas partes, y árboles negros y despojados de sus hojas.  Esos objetos no suscitan ni interés, ni entusiasmo, son fríos, eso es todo.  Es necesario que añada al ambiente una acción, cuyo efecto, rescaldando la imaginación, influya en el espectador hasta el punto de que lamente no haber sido testigo de esta escena emocionante.

De esa forma reflexionaba el pintor a finales del siglo XVIII, cuando aún estaba por llegar la versión romántica del paisaje, la que preparó, con sus grandes espacios de lo sublime, las síntesis futuras de la pintura abstracta. Precursor de esa evolución fue Caspar David Friedrich (1774-1840), quien,  a pesar de que algunos de sus cuadros parecen anunciar la abstracción de mediados del siglo veinte, justo en uno que titula El Invierno no sólo ignora las propuestas del francés, sino que más parece un expresionista algo deprimido.

El Invierno. Caspar David Friedrich.1803. Detalle

El Invierno. Caspar David Friedrich.1803. Detalle

 

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Hielo y nieve

El parque en invierno. Foto R.Puig

El parque en invierno. Foto R.Puig

Por mi parte, pienso que de alguna manera esa Naturaleza que se recluye y se vuelve avara de las explosiones de color de las otras estaciones del año (como luego explicarán también a su manera otras citas el ilustre Pierre-Henri) se aviene mejor con el arte abstracto.

Formas del invierno. Foto R.Puig

Formas del invierno. Foto R.Puig

Y, en cambio, ¿no les parece que a la primavera le va mejor un estilo impresionista, al verano el barroco y al otoño el expresionismo?

Ahí les dejo pensando, mientras yo retorno a mis divagaciones sobre el Invierno.

Formas del invierno. Foto R.Puig

Formas del invierno. Foto R.Puig

Será quizás la invención de la fotografía, precisamente en tiempos del Romanticismo, y su desarrollo en el siglo XX, cuando también se expande la práctica de la pintura abstracta, la que ha permitido investigar con calma los esquemas y las formas abstractas que están ahí ante nosotros, cada día presentes, manifiestas o elípticas, y particularmente en los entornos invernales.

Así quieren ser mis imágenes, tomadas rápidamente al hilo de mis recorridos por las calles de Gotemburgo.

Formas del invierno. Foto R.Puig

Formas del invierno. Foto R.Puig

Pero volvamos a nuestro ilustre e innovador paisajista, que no tuvo que pensar en la estética fotográfica, pero sí se invistió a fondo en la reflexión y en los consejos a sus alumnos sobre la mejor forma de resolver la pintura de la Naturaleza en todos sus estados.

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Cómo representar el Invierno

De Pierre-Henri de Valenciennes, precursor del paisaje moderno, a quien hemos citado varias veces en este blogla sala 55 del segundo piso del Museo del Louvre guarda la mayoría de las obras.  Se anticipó a la la escuela de Barbizon con su pintura en directo, en especial durante sus cuatro años en Italia y dos en Oriente Próximo. No obstante, se le recuerda más en la Historia del Arte por sus representaciones de escenas y personajes históricos dentro del paisaje, además de como teórico del paisaje neoclásico. Influyó en MichallonCorot, Delacroix, Pissaro, Sisley e incluso en Cezanne.  

Recordemos sus ideas sobre la representación del Invierno.

Llega al fin el tiempo en que la Naturaleza, tras haber provisto al hombre y a los animales de todos los productos necesarios a su subsistencia y sus placeres, rendida de fatiga y agotada, se adormece y cae en el letargo. Esta especie de sueño es de más o menos duración, según las tareas que haya llevado a cabo en las tres estaciones precedentes. El fuego que la animaba se concentra en sus entrañas; repara interiormente el abundante dispendio que del mismo ha hecho sobre la tierra. Ese calor divino que la vivificaba abandona de momento la superficie del globo a los rigores del invierno; la deja a merced de los furores de unos elementos irritados que la atormentan, la desgarran y parece que quisieran, rabiosos, hacer desaparecer los monumentos de la industria humana y hasta la última producción vegetal.

El graznido del cuervo y la aproximación de las aves del mar suelen anunciar la estación invernal; la previsión de ciertos animales y el temor de algunos otros anuncian su progreso y su duración. El despiadado Eolo abre los portones de las cavernas donde los vientos viven encadenados. Retiene al dulce Zéfiro y al provechoso Favonio, para poner en libertad al Euro estéril y al furioso Aquilón. Esos genios inquietos, endiablados y malhechores, declaran la guerra al mundo, desde la guarida de Anfítrite levantan hasta las nubes las olas espumosas, desarraigan los árboles, tumban las casas, derriban y saquean todo lo que se opone a su violencia. El frío Boreas, padre de los hielos y la escarcha, el húmedo Noto, con su frente coronada de nubes espesas y las alas empapadas de lluvia y de niebla, descarga su peso sobre la tierra y la abruma con su poder devastador. Los mortales, aterrorizados, se precipitan en busca de abrigo frente a su rabia asesina. La madre de los dioses, Cibeles, desquiciada por los vientos subterráneos, derribada de su carro hecho pedazos, acompañada de sus leones rugientes, cuya melena se eriza de espanto, implora al cielo, los ojos bañados en lágrimas, y conjura a Júpiter a que ponga fin a esos males desastrosos.

Estos párrafos describen unos dibujos de Gabriel-François Doyen (Paris 1726, San Petersburgo 1806), que fue profesor de Pierre-Henri de Valenciennes. No he logrado dar con esas escenas de mitología invernal, tan propia de las preferencias de la escuela neoclásica, pero en cierto modo el caos ártico que pintaría Caspar David Friedrich  lleva algo del furor desatado de Boreas, el padre de los hielos.

Caspar David Friedrich. El mar de hielo 1823-24. Kunsthalle. Hamburgo

Caspar David Friedrich. El mar de hielo 1823-24. Kunsthalle. Hamburgo

Pero sigamos leyendo a de Valenciennes:

A pesar de todo, las montañas se cubren de nieve y sucesivamente los valles y las planicies. Desaparece el verde de los prados. El triste ciprés, de tono negruzco, y todas las clases de pinos, de acebos y de árboles verdes, contrastan lúgubres y melancólicos sobre esta superficie de una blancura monótona y cansina. Los troncos, ennegrecidos por la humedad, retienen y soportan sobre sus ramas la nieve que acarrean los vientos. Los pacíficos habitantes de los aires, los de las llanuras y los bosques, buscan en vano su alimento; privados de socorro se debilitan y mueren, o se convierten en las víctimas del hombre, que aprovecha de la circunstancia para tenderles lazos; o la imperiosa necesidad les hace caer.

Pronto las aguas pierden su transparencia y fluidez; el frio las penetra y traba sus partes integrantes. Se vuelven sólidas; su corriente se detiene; los hielos se amontonan en masas enormes cuya inminente ruptura amenaza a todo lo que se interponga en su camino. El habitante de la orilla de los ríos, aislado, pensativo y preocupado, espera con inquietud esta crisis de la Naturaleza. Gime por anticipado por la pérdida de su asilo; llora ya la suerte de su familia desolada; presagia su ruina y trata de salvar de un próximo naufragio todo lo que puede sacar de su vivienda amenazada.

Llega el deshielo: las aguas levantan los bloque helados; se escucha un ruido como el del trueno; los témpanos se separan; arrastrada por la rápida ola, esa masa rodante se acumula, se amontona, empuja y arrolla dodo lo que encuentra a su paso. Los árboles arrancados y los restos de edificaciones cubren la superficie de las aguas. Animales ahogados o luchando aún contra la muerte; el techo de las cabañas hundidas flota sobre la sucia y enfangada corriente; las barcas rotas y aplastadas contra la orilla; un niño arrastrado en su cuna, los bateleros apartando témpanos para abrir paso a su barquilla, afrontando la muerte para salvar la vida de esa criatura inocente; las lágrimas y la desesperación de las desgraciadas víctimas del desastre; la tristeza y el espanto de los espectadores; todos son cuadros de horror y de miseria que llenan el alma de un sentimiento penoso y doliente. Pero al pintor y al historiador de la Naturaleza ninguno de estos fenómenos debe resultarle ajeno: los del invierno le pertenecen tanto como los otros; debe estudiarlos y elegir aquellos que pueden complacer o interesar.

Lejos de esta visión dramática del Invierno, y en unos espacios que se van difuminando hacia la abstracción, en el año anterior al de su muerte, el paisajista impresionista americano John Twatchman (1853-1902), desde la colonia de artistas de la Holley House cerca de su propia casa en Greenwich, siguió plasmando en su obra la virtud meditativa de esa monotonía sin historia que no estimó el francés, no sólo porque invita al silencio sino quizás también porque la nieve evoca la salida de nuestra propia historia, nos invita a reconciliarnos con la muerte

Invierno desde Holley House. John Twachtman. 1901

Invierno desde Holley House. John Twachtman. 1901. Spanierman Gallery, Nueva York

Los paisajes del extremo norte noruego de Karl E. Harr (1940, Kvæfjord), además de su amor por ese mundo de asombrada hermosura y por las gentes que en él pasan sus vidas, son también una especie de meditación sobre los limites de la existencia

Febrero azul. Karl E.Harr. 1984

Febrero azul. Karl E.Harr. 1984

 

Dias de invierno en las islas Lofoten. Karl E.Harr. 1978

Dias de invierno en las islas Lofoten. Karl E.Harr. 1978

 

Si seguimos con la preceptiva de las Reflexiones y consejos a un alumno sobre la Pintura y en particular sobre el género del Paisaje, creo que contentaríamos más a su autor retrocediendo  al siglo XVII, con Jacques d’Arthois (1613-1686), pintor flamenco natural de Bruselas

Los hielos son más hermosos para la pintura que la nieve; conservan aún un poco de transparencia, y por tanto son de tono más cálido. He visto al natural cascadas heladas formando estalactitas que producen efectos nuevos y extraordinarios. Es posible corregir la monotonía de los árboles pelados agrupándolos con los verdes; se puede con osadía pintarlos junto a las aguas heladas, con lo que se nota menos la falta de las hojas o incluso se mezclan con las muertas, cuyo color es de un marrón rojizo. El roble las conserva casi todas en invierno, en estado de desecación pero coloridas, y no se desprende de ellas hasta la primavera. Los localismos ofrecen además infinidad de temas que el pintor no debe desestimar y pueden serle útiles.

Jacques d'Arthois. Paisaje de invierno. Museo de Bellas Artes de Bruselas

Jacques d’Arthois. Paisaje de invierno. Museo de Bellas Artes de Bruselas

Si con sus medios se dedica a situar en el lienzo los temas propios de la estación y no se limita únicamente a pintar trineos y patinadores, es casi imposible que no produzca cosas nuevas y que no merezca la aprobación de los entendidos

Y, medio siglo antes, a Pieter Brueghel el Joven (1564-1638), que no nació en Bruselas como el anterior, pero allí creció y se formó como pintor costumbrista y paisajista

Pieter Brueghel el joven. Los placeres del invierno. Museo Magnin.Dijon

Pieter Brueghel el joven. Los placeres del invierno. Museo Magnin.Dijon.

Pero, en realidad, los que de verás hicieron precursor del paisaje moderno a Pierre Henri fueron los paisajes que pintó en Italia y que se pueden admirar en un pequeño rincón del Louvre, bajo una luz amortiguada que los defiende del deterioro de los pigmentos.

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Cuando el Invierno no tiene nada de abstracto…

Les dejé pensando sobre mis afinidades de los estilos pictóricos con cada una de las estaciones del año, y seguramente han concluido que debería dejarme de divagaciones, más propias de unas neuronas congeladas…

La verdad es que ese frío que en estos días nos está trayendo hielo y nieve en Gotemburgo no tiene mucho de abstracto, salvo en la forma que algunos tenemos de mirarlo…

Me han dejado aquí y este frío no es abstracto.Foto R.Puig

Me han dejado aquí de esta guisa y este frío no es nada abstracto.Foto R.Puig

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Notas

Las traducciones de los textos de Pierre-Henri de Valenciennes son mías y proceden del libro Réflexions et conseils à un Élève sur la Peinture et particulièrement sur le genre du Paysage, La Rochelle, Rumeur des Ages, 2005, 146 pages (De l’Hiver, pp. 65-68). Las publicaciones de esta editorial de la región de Poitou-Charentes son extremadamente cuidadas. En su catálogo especializado en Literatura y Arte hay otros tratadistas y estudiosos de la pintura del paisaje como Jean-Baptiste Deeperthes, Charles Dupuis, Eugéne Fromentin, Alexander von Humboldt y Charles-Jacques-François LeCarpentier.

Los cuadros de Karl Erik Harr proceden de Karl Erik Harr, malerier fra nord, paintings from the north, con introducción de Dag Solhjell (Svolvær, Forlaget Nord, 1986)

El de John Twachtman (y la cita del encabezamiento) proviene de la obra John Twachtman, Connecticut Landscapes, editada por Debora Chotner, Lisa N.Peters y Kathleen A. Pyne, Washington, National Gallery of Art, 1989.

La imagen del cuadro El Invierno de Caspar David Friedrich procede de una memorable exposición que visité en la Fundación Juan March de Madrid: La abstracción del paisaje, del romanticismo nórdico al expresionismo abstracto, Madrid, octubre 2007-enero 2008.

La escultura en bronce de la dama, que en estos días tirita cerca de la Iglesia del Parque Vasa en Gotemburgo, es del escultor sueco  Per Hasselberg (1850-1894) y se titula Vågens tjusning  (1888), en castellano “la atracción de la ola”.


Esculturas olvidadas de las calles de Gotemburgo: imaginarios de latitudes lejanas.

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Carl Miles. Réplica del nonumento a la Nueva Suecia en Wilmington USA. 1938. Gotemburgo. Stenpiren. Foto R.Puig

Carl Milles. Réplica del monumento a la Nueva Suecia en Wilmington USA. 1938. Gotemburgo. Stenpiren (1958). Foto R.Puig

Las zonas portuarias de Gotemburgo guardan muchos recuerdos de los tiempos de la navegación mercante hacia las Indias Orientales y también de la emigración de colonos suecos hacia Norteamérica. Algunos están bien a la vista, como la copia exacta de un monumento que inauguró el presidente Roosevelt en 1938 con motivo del 300 aniversario de la fundación de “La Nueva Suecia” en el estado de Delaware en 1638. Una colonia que fue fundada por emigrantes suecos, para pasar quince años después a manos holandesas y posteriormente ser ocupada por los ingleses.  Es una obra en bronce de Carl Milles (1875-1955).

Lo característico de estos monumentos que evocan los tiempos de las colonias es que se adornan con escenas de aquellos mundos lejanos. Otro, aquí mencionado hace casi cuatro años, la Fuente de los cinco continentes, de principios del siglo XX, refleja también ese imaginario occidental.

Otro, prestigioso y bien emplazado, es la base del mástil de la bandera en la plaza del consistorio, con bajorrelieves que se refieren a la historia de la ciudad, obra de Bror Chronander (1880 – 1964).

Gustaf Adolfs Torget. Mastil de la bandera

Gustaf Adolfs Torget. Bror Chronander. 1932. Pedestal del mástil de la bandera. Wikipedia: Lista de obras de arte públicas en Gotemburgo.

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Pero no he encontrado en los repertorios disponibles mención alguna de otro mástil de bandera, en bronce y ornado con altorrelieves, con el que me tropecé hace días en uno de mis paseos primaverales, junto a la Casa del Mundo (Världshuset), un edificio conocido como el Trasatlantic.

La Casa del Mundo. Fachada. Gotemburgo. Foto R.Puig

La Casa del Mundo. Fachada. Gotemburgo. Foto R.Puig

Aquí estuvo la sede de las compañías navieras que servían las rutas de América y África.

Cartel de la Svenska Linien

Cartel de la Svenska Linien

El edificio, en la zona del antiguo puerto, es de 1943, aunque se alza en el solar donde otros le precedieron. En él se aprecia la influencia de la época final del art déco en sus fachadas y altorrelieves en piedra.

La Casa del Mundo. Manteniendo la ruta. Gotemburgo. Foto R.Puig

La Casa del Mundo. Manteniendo la ruta. Gotemburgo. Foto R.Puig

La Casa del Mundo. En la proa. Gotemburgo. Foto R.Puig

La Casa del Mundo. En la proa. Gotemburgo. Foto R.Puig

La Casa del Mundo. En tierras lejanas. Gotemburgo. Foto R.Puig.

La Casa del Mundo. En tierras lejanas. Gotemburgo. Foto R.Puig.

Los motivos se refieren en su mayoría a la navegación, con algún elemento de carácter exótico.

Pero menos solemnes, algunas son ingenuas y algo toscas, las figuras de la base de mástil de bandera en la esquina de la plaza, a pesar de la pátina que las desdibuja, me parecen más interesantes desde el punto de vista escultórico y simbólico. 

La Casa del Mundo. La enseña. Gotemburgo. Foto R.Puig

La Casa del Mundo. La enseña. Gotemburgo. Foto R.Puig

La Casa del Mundo. Pedestal de la enseña. Las esculturas en su base. Gotemburgo. Foto R.Puig

La Casa del Mundo. Pedestal de la enseña. Las esculturas en su base. Gotemburgo. Foto R.Puig

 

Estos altorrelieves son un testimonio del imaginario que los marinos mercantes de principios del siglo XX transmitían a quienes se quedaban en tierra.

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Una cierta idea del transporte rural en México (con aire de cómic) y con una pirámide mesoamericana al fondo…

La Casa del Mundo. Pedestal de la enseña. Mexicano tirando del burro. . Gotemburgo. Foto R.Puig

La Casa del Mundo. Pedestal de la enseña. Mejicano tirando del burro. Gotemburgo. Foto R.Puig

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Del acarreo de mercancías en China o en el Tibet a lomo de yak…

La Casa del Mundo. Pedestal de la enseña. Comerciantes chinos. Foto R.Puig

La Casa del Mundo. Pedestal de la enseña. Comerciantes chinos. Foto R.Puig

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De los habitantes de las islas de la Polinesia…

La Casa del Mundo.  Pedestal de la enseña.  Mujer polinesia.  Detalle. Gotemburgo. Foto R.Pui

La Casa del Mundo. Pedestal de la enseña. Mujer polinesia esperando a su navegante. Gotemburgo. Foto R.Puig

 

La Casa del Mundo. Pedestal de la enseña. Navegante polinesio. Gotemburgo. Foto R.Puig

La Casa del Mundo. Pedestal de la enseña.  Navegante polinesio que vuelve a casa. Gotemburgo. Foto R.Puig

 

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De la vida en lo que parece una plantación de cacao, el macho tropical con su cigarro y la mujer que carga con el peso del trabajo…

La Casa del Mundo. Pedestal de la enseña. Que trabaje ella. Gotemburgo. Foto R.Puig

La Casa del Mundo. Pedestal de la enseña. Que trabaje ella. Gotemburgo. Foto R.Puig

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Y hablando de la mujer y de sus cargas cotidianas…

La Casa del Mundo. Pedestal de la enseña. Aguateras en el trópico. Gotemburgo. Foto R.Puig

La Casa del Mundo. Pedestal de la enseña. Aguatera y madre con el niño a la espalda en algún lugar del trópico. Gotemburgo. Foto R.Puig

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De la esclavitud en tierra de hipopótamos…

La Casa del Mundo. Pedestal de la enseña. El amo y los esclavos.. Gotemburgo. Foto R.Puig

La Casa del Mundo. Pedestal de la enseña. El amo y los esclavos. Gotemburgo. Foto R.Puig

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De un taxista oriental con gesto de cansancio, al que un perro incordia entre las piernas…

La Casa del Mundo. Pedestal de la enseña. Tirando de la riksha. . Gotemburgo. Foto R.Puig

La Casa del Mundo. Pedestal de la enseña. Tirando de la riksha. Gotemburgo. Foto R.Puig

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De los esquiladores de ovinos en las estancias de América del Sur y de un carnero agresivo que se les resiste…

La Casa del Mundo. Pedestal de la enseña. Esquiladores de las pampas. . Gotemburgo. Foto R.Puig

La Casa del Mundo. Pedestal de la enseña. Esquiladores de las pampas. Gotemburgo. Foto R.Puig

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De un esquimal cazador de focas sobre los hielos del Ártico con su perro y su trineo…

La Casa del Mundo. Pedestal de la enseña. China. Gotemburgo. Foto R.Puig

La Casa del Mundo. Pedestal de la enseña. En el Ártico. Gotemburgo. Foto R.Puig

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Sin olvidar la vida diaria de los trabajadores del puerto de Gotemburgo, del que partían las rutas hacia esos mares lejanos…

La Casa del Mundo.  Pedestal de la enseña.  Trabajadores portuarios. Gotemburgo. Foto R.Puig

La Casa del Mundo. Pedestal de la enseña. Trabajadores portuarios. Gotemburgo. Foto R.Puig

A modo de conclusión

Mi intención ha sido simplemente la de compartir mi cosecha de figuras olvidadas, captadas durante uno de mis paseos. Estas pequeñas esculturas son de una singular belleza. Están dotadas de la ingenuidad de un escultor meticuloso (o puede que más de uno) que se ha debido de guiar por las estampas o fotografías de relatos de viajes del primer tercio del siglo XX.

Refleja un amoroso trabajo de modelado, guiado quizás por las sugerencias de marinos que habían visitado esas latitudes lejanas. A eso hay que añadir el buen hacer de los talleres de fundición en bronce de Gotemburgo, a los que se deben tantas esculturas y estructuras en lugares públicos de la ciudad, como balaustradas, decoraciones de puentes o farolas ilustradas. No me extrañaría que este trabajo proviniese de alguno de los coetáneos de Bror Chronander, de cuando éste, por aquellos años treinta, terminaba su pedestal para la plaza del Ayuntamiento.

Hemos hablado de la fundición en este mismo blog, en concreto de como se enseña en los talleres en la Facultad de Bellas Artes de Altea donde por cierto, del 20 al 24 de junio, se va a desarrollar un curso de verano sobre fundición exprés (microfusión), abierto a quien quiera aprender esa técnica. El trabajo de modelado y de vaciado en bronce se sitúa en la tradición de la que forman parte estas pequeñas obras de arte, aunque hoy no atraigan la atención de los apresurados transeúntes de las calles de Gotemburgo, prendada como va su mirada de la pantalla de su androide.


Pilane 2016 (I): Anna en su nirvana

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Anna por Jaume Plensa. Pilane 2016. Foto R.Puig

Anna por Jaume Plensa. Pilane 2016. Foto R.Puig

Como todos los años, he vuelto a la exposición de escultura al aire libre en el entorno de Pilane, en la isla de Tjörn, en la región del Bohuslän Sur, en la Costa Oeste de Suecia. Vine por primera vez en 2011 y, desde entonces, no me he querido perder ni una sola edición (todas mis visitas han sido reseñadas en este blog). La actual es la décima edición de esta exhibición de escultura internacional junto al mar y en unos espacios que conservan menhires funerarios de hace 10.000 años.

En este Pilane Heritage Museum el medio natural, labrado por los glaciares y rodeado de un mar surcado por fiordos, es el lugar ideal donde artistas de diversos países escogen el emplazamiento temporal de sus esculturas bajo la guía de Peter Lennby, creador y alma de esta iniciativa. Este año, la cumbre de honor la ha ocupado una conocida figura de Jaume Plensa que merece que le consagre la primera crónica de las dos que voy a dedicar a mi placentero paseo, divertido y energético, que duró casi tres horas.

Anna por Jaume Plensa. Pilane 2016.   Foto R.Puig

Anna por Jaume Plensa. Pilane 2016. Foto R.Puig

Por los senderos de Pilane (mejorados con nuevas pasarelas y escalas de madera) disfruto del sol, el viento, el paisaje y las sorpresas de las nuevas aportaciones escultóricas, tanto de los artistas que exponen por vez primera como de los habituales.

En diferentes tamaños, en galerías y espacios públicos, Plensa ha seguido repitiendo, con ligeras variantes, la fisonomía de este rostro de adolescente enfrascada en sus sueños, a la que ha bautizado como AnaAnna dreams o, en este caso, como Anna. Unas veces le moldea rasgos orientales y otras parece inspirarse en perfiles leonardescos.

Anna por Jaume Plensa. Pilane 2016. Foto R.Puig

Anna por Jaume Plensa. Pilane 2016. Foto R.Puig

El material de la obra instalada en Pilane es la fibra de vidrio con polvo de mármol. Su blancura es inmaculada, de tal modo que, cuando se yergue sobre un fondo de celajes, casi se confunde con el cielo.

Anna por Jaume Plensa. Pilane 2016. Foto R.Puig

Anna por Jaume Plensa. Pilane 2016. Foto R.Puig

Desde la distancia alumbra como una llama de fuego blanco.

En Pilane los vientos son suaves en esta época del año y las obras permanecen instaladas sólo desde fines de mayo a fines de agosto. Este es un parque de instalaciones escultóricas, a diferencia de la Escultura ambiental, de la que hay numerosos ejemplos en Italia con obras que se integran de modo permanente en el medio natural, que envejecen bajo la acción de los elementos y con el paso de las estaciones.

De algún modo, la forma oblonga, el suave perfil braquicéfalo de Anna y de algunas otras de sus heterónimas, además de buscar un efecto espiritualista y teniendo en cuenta sus dimensiones (alrededor de veinte metros), parece cumplir una función aerodinámica. Aunque no es posible saber como reaccionaría la estructura si siguiese sobre esa altura cuando hubiese de afrontar las tormentas y vientos invernales en la isla de Tjörn.

Anna aerodinámica. Jaume Plensa. Pilane 2016. Foto R.Puig

Anna aerodinámica. Jaume Plensa. Pilane 2016. Foto R.Puig

Si llegase la nieve y los intersticios entre sus bloques comenzasen a vibrar ¿abriría Anna sus ojos o seguiría impasible como los menhires de los círculos funerarios de Pilane?

A medida que nos acercamos, la bella lejana pierde su alada ligereza y su estructura de bloques se va asemejando a una construcción de hielo, a un gran igloo cerrado a cal y canto, al mausoleo de una joven sin cuerpo que cerró sus párpados hace miles de años para no abrirlos más.

Primer plano de Anna. Jaume Plensa. Pilane 2016. Foto R.Puig

Primer plano de Anna. Jaume Plensa. Pilane 2016. Foto R.Puig

Desde lejos,  Anna parece que invita al vuelo de los sueños, a la elegía y a la vía de la meditación y el yoga, de la pacificación de las pasiones o, como el artista ha declarado en ocasiones, este rostro sea el símbolo de una especie de epifanía hacia dentro, de la belleza interior.

No obstante, de cerca, esta Anna es inhumana, como otras creaciones de ese Ars ex machina que desde hace algunas décadas domina la escena. No creo que Walter Benjamin imaginase hasta que punto serían acertadas sus anticipaciones sobre la industria de las obras de arte en la época de su reproductibilidad técnica.

Anna hermética. Pilane 2016. Foto R.Puig

Anna hermética. Pilane 2016. Foto R.Puig

Esta escultura, que, enhiesta sobre rocas graníticas, sorprende al visitante nada más llegar a Pilane, es un hermoso muro, un ánfora sin cuerpo, una rostro sin mirada, el ocaso de toda sensualidad.  No posee la serena fluctuación de los matices del mármol, sino la pasiva inmovilidad de su polvo calizo, no el abierto reflejo del vidrio sino el ensimismamiento de su fibra industrial. Es una bella durmiente que ningún aliento, ningún beso, lograría animar. Y está triste, muy triste.

Anna está triste. Pilane 2016. Foto R.Puig

Anna está triste. Pilane 2016. Foto R.Puig

Casi al final del paseo ascendí al punto más alto para recorrer con la mirada, en un giro de 360º y en toda su amplitud, estos parajes de la isla de Tjörn, comenzando y acabando por la cabeza de Anna, que en la lejanía pareciera un resto olvidado de aquellos glaciares que pulieron estos roquedales, un témpano remanente que aún resiste al sol.

Anna por Jaume Plensa. Pilane 2016. Foto R.Puig

Anna por Jaume Plensa. Pilane 2016. Foto R.Puig

Allá arriba, sólo el sonido del viento y el horizonte de rocas y de mar: una invitación al Nirvana.

Un paraje de roca y fiordos. Pilane 2016. Foto R.Puig

Un paraje de roca y fiordos. Pilane 2016. Foto R.Puig


Recompensa

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Recompensa. Foto R.Puig

Recompensa. Foto R.Puig

Suelo volver del taller en lo que podríamos llamar un autobús acuático, el Älvsnabben 285 (“el rápido de la ría”), algo así como los vaporetti de Venecia, aunque aquí no circula por los canales sino por el estuario del Río Göta, tan ancho como las rías gallegas en España. Este trayecto, escoltado por gaviotas y cormoranes,  siempre es grato.

Hace pocos días la jornada había sido rutinaria: gimnasio, boceto al pastel, renovación con tintas de colores de viejos dibujos al carboncillo, lectura, breve almuerzo, siesta y música…

No me sentía  merecedor de ningún premio especial, pero la lluvia, que me empapó de camino al embarcadero, y el sol, que jugaba con las nubes en su descenso hacia el oeste, habían decidido recompensarme.

Puentes. Foto R.Puig

Puentes. Foto R.Puig

Para recoger el galardón me bastó salir a la plataforma de proa y dejar que el niño que llevamos dentro trepara por esos arcos que abrazaban la ciudad.

Olvidé a Descartes y a Newton y lo que me enseñaron en el colegio para imaginar este mismo lugar poblado por las gentes de la Edad del Hierro y sentir que estaba ante un misterioso arco de colores que abrazaba la tierra y abría pasajes entre ella y el cielo.

Y ya que no tengo a mano una representación del arcoíris en tiempos de los primeros pobladores de Escandinavia, recurriré a su aparición ante la bahía de San Francisco cuando quizás todavía quedase algún aborigen californiano para verlo

Albert Bierstadt. 1900. The Golden Gate. U.S. Public domain

Albert Bierstadt. 1900. The Golden Gate. U.S. Public domain

O algún cheyenne en Wyoming

Albert Bierstadt. Rainbow over Jenny Lake. Wyoming.U.S.Public domain

Albert Bierstadt. Rainbow over Jenny Lake. Wyoming.U.S.Public domain

Curiosamente, este cuadro del artista germano-americano Albert Bierstadt (1830-1902), el pintor que yo sepa que más arcoíris representó en sus lienzos, encierra un error óptico, a ustedes de descubrirlo.

En las culturas primigenias la aparición del arcoíris (el Arco de la diosa Iris en la mitología griega) podía significar augurios y profecías y en la Biblia significa la Alianza tras el castigo. Pero, más allá de mitos y trascendencias, digo yo que también habría niños y poetas que lo verían como nosotros podemos también verlo: como la recompensa de un día sin historia.

A las seis menos diez de la tarde. Foto R.Puig

A las seis menos diez de la tarde. Foto R.Puig

Entretanto estoy llegando al desembarcadero de Stenpiren, desde el que se pueden tomar los barcos hacia el archipiélago de Gotemburgo.

Fin de trayecto. Foto R.Puig

Fin de trayecto. Foto R.Puig

Aún, durante un rato, este arc-en-ciel me acompaña en mi paseo a casa. Desde la torre de la Iglesia alemana parece emanar bendiciones. El reloj marca las seis de la tarde.

Halo de santidad. Foto R.Puig

Halo de santidad. Foto R.Puig

A diez minutos de ahí paso junto a otro arcoíris, que le sirve de ostensorio y custodia a la chica de la flor 

Otro arcoíris. Foto R.Puig

Otro arcoíris. Foto R.Puig

Y ya que nuestro paseo empezó en el agua, acabaré esta crónica acercándome a saludar al dios de las aguas, emblema si los hay de Gotemburgo, nuestro jocoso Poseidón, a quien Carl Milles dejó ahí  enarbolando su salmón y sopesando una ostra gigante. Al fin y al cabo somos casi vecinos.

El amo del agua. Foto R.Puig

El amo del agua. Foto R.Puig

Durante estos meses estivales lo han rodeado de un frondoso y pedagógico jardín de verano, en el que hay de todo, desde flores a coliflores.

Poseidón en su jardin de verano. Foto R.Puig

Poseidón en su jardín de verano. Foto R.Puig

Quienes más parecen disfrutarlo son las sirenas que le acompañan

El séquito de Poseidón. Foto R.Puig

El séquito de Poseidón. Foto R.Puig

 


Pilane 2016 (y II): el séquito de Anna

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Martin Sjöberg. Suecia. 2016. Breaking through. Acero inoxidable. Pilane 2016. Foto R.Puig

Martin Sjöberg. Suecia. 2016. Breaking through. Acero inoxidable. Pilane 2016. Foto R.Puig

Hace dos domingos mostraba aquí la gran cabeza de Anna que preside durante los meses de julio y agosto, entronizada como en un altar, el paisaje de Pilane en la isla de Tjörn. Esta obra de Jaume Plensa lleva el mismo nombre que un Cava Brut, catalán como el artista, que fue premiado en el International Wine Challenge de 2015 con una medalla de oro.

Codorniú. Anna. Cava Brut. International Wine Challenge

Anna. Cava Brut. International Wine Challenge

Así pues Anna, desde su colina, impera impertérrita sobre las esculturas de Pilane 2016 y se podría decir que a algunas de ellas las inebria, como a este ser metamórfico que gira en el misterioso trance de un parto múltiple de proporciones bíblicas.

Martin Sjöberg. Suecia. 2016. Breaking through. Acero inoxidable. Detalle. Pilane 2016. Foto R.Puig

Martin Sjöberg. Suecia. 2016. Breaking through. Acero inoxidable. Detalle. Pilane 2016. Foto R.Puig

Al menos esa es la impresión que me causa esta anatomía en acero inoxidable de Martin Sjöberg que, como un Adán multigestante, no sólo pare a Eva de su costilla, sino que, en su desenfrenada danza sobre cinco pies, centrifuga varios cuerpos más.

Martin Sjöberg. Suecia. 2016. Breaking through. Acero inoxidable. Detalle. Pilane 2016. Foto R.Puig

Martin Sjöberg. Suecia. 2016. Breaking through. Acero inoxidable. Detalle. Pilane 2016. Foto R.Puig

A juzgar por sus dos cuellos rebanados, se trata de un decapitado que al menos tuvo dos cabezas y que, aunque tenga tantos cuerpos como para dar a Anna el que le falta, desde su posición inferior envidia esa majestuosa cabeza que enseñorea las alturas de Pilane.

Hay obviamente otros elementos de esta metamorfosis en curso, pero el escultor, no sabiendo como resolver la ecuación hermafrodita que su obra le plantea, ha decidido poner calzoncillos a la estatua. Al fin y al cabo ya hubo otro artista que a otras obras maestras puso bragas.

Subiendo hacia el límite del parque encontramos a este personaje, quien, aunque el paisaje merezca ser admirado con los ojos bien abiertos, no sabemos bien por qué, ha hundido su cabeza en este suelo rocoso y duro.

María Miesenberger. Suecia. 2016. Hombre avestruz. Acero y bronce. Pilane 2016. Foto R.Puig

María Miesenberger. Suecia. 2016. Hombre avestruz. Acero y bronce. Pilane 2016. Foto R.Puig

O bien es un híbrido de humano y de oso hormiguero, o se trata del ataque de desesperación de uno que ha ido a que le quiten los tatuajes y el dermatólogo le ha presentado el presupuesto…

María Miesenberger. Suecia. 2016. Hombre avestruz. Acero y bronce. Pilane 2016. Foto R.Puig

María Miesenberger. Suecia. 2016. Hombre avestruz. Acero y bronce. Pilane 2016. Foto R.Puig

Este  otro prefiere evadirse de la realidad contorsionándose en una especie de break dance

Martin Sjöberg. Suecia. 2016. Macho en acto de evadirse. Acero inoxidable. Pilane 2016. Foto R.Puig

Martin Sjöberg. Suecia. 2016. Macho en acto de evadirse. Acero inoxidable. Pilane 2016. Foto R.Puig

En este caso la cabeza le es de mucha utilidad. ¡Buena suerte con las cervicales!

Martin Sjöberg. Suecia. 2016. Macho en acto de evadirse. Acero inoxidable. Detalle. Pilane 2016. Foto R.Puig

Martin Sjöberg. Suecia. 2016. Macho en acto de evadirse. Acero inoxidable. Detalle. Pilane 2016. Foto R.Puig

Nosotros seguimos nuestro paseo

Aase Texmon Rygh. Noruega 2016. Anillo de Moebius. Gabro. Pilane 2016. Foto R.Puig

Aase Texmon Rygh. Noruega 2016. Anillo de Moebius. Gabro. Pilane 2016. Foto R.Puig

El trabajo de Aase Texmon Rygh en su sencillez fija en dura piedra la geometría airosa del famoso  anillo o banda de Möbius o Moebius

Aase Texmon Rygh. Noruega 2016. Anillo de Moebius. Gabro. Detalle. Pilane 2016. Foto R.Puig

Aase Texmon Rygh. Noruega 2016. Anillo de Moebius. Gabro. Detalle. Pilane 2016. Foto R.Puig

No lejos de allí brotan los dinamismos de un rosal de aluminio que, blancos, cortantes e inmaculados, ponen el contrapunto musical a la silenciosa impasibilidad de Anna y amaestran los torbellinos del viento de esta isla

Alice Haycock. USA. 2014. HOOP-LA. Aluminio. Pilane 2016. Foto R.Puig

Alice Haycock. USA. 2014. HOOP-LA. Aluminio. Pilane 2016. Foto R.Puig

Pero hay también unas cuerdas, puede que más bien lianas, abandonadas a los caprichos del aire

Bard Breivik. Noruega 2006. Tres cuerdas orgánicas. Pilane 2016. Foto R.Puig

Bard Breivik. Noruega 2006. Tres cuerdas orgánicas. Pilane 2016. Foto R.Puig

Caprichos de tintas tenebrosas son también dos obras de carácter conceptual, reconozco que no muy armónicas, por no decir que alejadas de lo que se considera bello, que aluden a esos azares que, sin contar con nosotros, cuando venimos al mundo nos convierten en miembros de una u otra nación.

Siempre han sido muchos, y -¡ay!-se multiplican, quienes consideran como mérito propio la nacionalidad que les otorgó la suerte y niegan el pan y la sal a quienes, para sobrevivir y contra su voluntad, han de escapar de la suya. Es triste ver como proliferan en nuestra Europa los guardianes de la etnia inmutable y del monismo identitario.

Helena Mutanen. Suecia. 2010 - 2016. Jus soli. Técnica mixta, tela encerada y metal. Pilane 2016. Foto R.Puig

Helena Mutanen. Suecia. 2010 – 2016. Jus soli. Técnica mixta, tela encerada y metal. Pilane 2016. Foto R.Puig

En esta instalación escultórica las raíces, que anclan el árbol al suelo donde cayó la semilla, quieren simbolizar el ius soli que en unos lugares da derecho al marchamo nacional. En la siguiente, la artista ha formado el corazón con sus arterias y sus venas que nos vienen de nuestros padres, para corporeizar el ius sanguinis que, en otros lugares, es lo que te vincula a una patria. En ambos casos, al interfecto esa condición del destino le sobreviene sin comerlo ni beberlo o, dicho con otra expresión, sin que pinche ni corte.

Helena Mutanen. Suecia. 2010 - 2016. Jus sanguinis. Técnica mixta, tela encerada y metal. Detalle. Pilane 2016.

Helena Mutanen. Suecia. 2010 – 2016. Jus sanguinis. Técnica mixta, tela encerada y metal. Detalle. Pilane 2016.

Estos azares del derecho fueron siempre determinantes para la humanidad, aunque en estos últimos tiempos las imágenes de las emigraciones masivas, de las muertes de quienes buscan asilo y de los campos de refugiados han hecho más patentes si cabe las veleidades de Fortuna que se vale de la ambición, la iniquidad y la violencia de los hombres para decretar la mala suerte de millones de personas que, como cualquiera de nosotros, no han elegido el lugar de su nacimiento.

En resumen, que hay obras, que aunque no destaquen por su calidad artística y sin que puedas estar cien por cien seguro de lo que expresa su autor, se prestan a hacer pensar. En realidad, esto lo podemos decir de casi todas las obras de arte contemporáneo, sobre todo si pertenecen a la corriente conceptual.

Aunque, reflexionando un poco ¿no era también conceptual la sonrisa de La Gioconda?

Sea como sea, nosotros seguimos nuestro paseo y encontramos un caballo de bronce, o su torso amputado de cabeza y patas delanteras, que en salto imposible se alza sobre sus cuartos traseros

William Tucker. USA. 2016. Caballo chino. Bronce. Pilane 2016. Foto R.Puig

William Tucker. USA. 2016. Caballo chino. Bronce. Pilane 2016. Foto R.Puig

Así que, como no podemos ensillarlo, seguimos a pie por las alturas de Pilane…

Pilane 2016. Humedal. Foto R.Puig

Pilane 2016. Humedal. Foto R.Puig

Pilane 2016. El caserío. Foto R.Puig

Pilane 2016. El caserío. Foto R.Puig

En el camino hacia la salida, como no podía faltar, hay uno de esos perfiles rotatorios de Tony Cragg, como siempre discretamente cómico y solemne

Tony Cragg. Gran Bretaña. 2015. Must be. Bronce. Pilane 2016. Foto R.Puig

Tony Cragg. Gran Bretaña. 2015. Must be. Bronce. Pilane 2016. Foto R.Puig

Pareciera que esta testa de guerrero empenachado tratase en vano de atraer la atención de la chica que, impasible, le ignora:  ¡¡¡¿hay alguien ahí?!!!

Tony Cragg. Gran Bretaña. 2015. Must be. Bronce. Pilane 2016. Foto R.Puig

Tony Cragg. Gran Bretaña. 2015. Must be. Bronce. Pilane 2016. Foto R.Puig

Tampoco será fácil que obtenga respuesta de este orondo champiñón

Morten Löbner Espersen Dinamarca. 2016. Gres. Pilane 2016.  Foto R.Puig

Morten Löbner Espersen. Dinamarca. 2016. Champiñón mágico. Gres. Pilane 2016. Foto R.Puig

O de estos bolardos inquietos que se hacen reverencias entre sí

Bettina Pousttchi. Bolardos callejeros. 2012. Limadura compactada. Pilane 2016. Foto R.Puig

Bettina Pousttchi. Bolardos callejeros. 2012. Limadura compactada. Pilane 2016. Foto R.Puig

En cualquier caso, a mí, tras más de dos horas de subir y bajar por los senderos de Pilane, me está tentando la idea de hacer lo que esta cansada y anónima turista: tumbarme y dejarme llevar al Nirvana

Como la vida misma. Técnica mixta, Pilane 2016.  Foto R.Puig

Como la vida misma. Técnica mixta, Pilane 2016. Foto R.Puig

Más tarde, pasaré por el Systembolaget a hacerme con una botella de Anna. Con una Toast Skagen de gambas de la Costa Oeste de Suecia el cava catalán armoniza a las mil maravillas

Toast Skagen. Foto

Toast Skagen. Foto Peter


Algunos rostros del Rijks Museum de Amsterdam (Fisionomías XXIV)

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Fachada de la Berg Poort. Rijksmuseum. Amsterdam. Foto R.Puig

Fachada de la Berg Poort. Rijksmuseum. Amsterdam. Foto R.Puig

El 31 de agosto pasé el día en los museos de Amsterdam. Es bien sabido que el Rijks Museum concluyó hace tres años una cuidadosa remodelación arquitectónica a cargo del estudio de arquitectura de Antonio Cruz y Antonio Ortiz que ha durado diez años. La conclusión de las obras se interrumpió algunos años por el bloqueo de la poderosa Federación de Ciclistas de Amsterdam, que reclamaba que el pasaje de la galería central del Museo, donde se ubica la entrada al mismo, quedase abierto a la circulación de las bicicletas. Obtenida su reivindicación, la nube de ciclistas que a diario atraviesa por ahí, se ahorra cinco minutos de pedaleo. Un retraso y aumento de presupuesto que al encargado de la venta de libros de arte y de catálogos de la excelente tienda de arte del museo, con el que conversé, le parece que ha sido una cacicada. Pero ustedes vayan y juzguen pos sí mismos. Por mi parte, yo llegué a pié y en tranvía desde el camping en que me hospedaba, que tiene un aspecto idílico visto desde el puente por el que se va andando a la parada del tranvía

El camping de Zeeburg junto al Rijnkanaal de Amsterdam. Foto R.Puig

El camping de Zeeburg junto al Rijnkanaal de Amsterdam. Foto R.Puig

Es el más cercano al centro y está abierto todo el año, sobre todo para las multitudes de jóvenes a quienes atrae la ciudad, no tanto por sus museos, como por otras ofertas y diversiones. No obstante, aunque los servicios estén sucios y, si no quieres esperar más de media hora a pié firme para poderte duchar has de hacerlo cuando clarea y la mayoría duerme bajo las tiendas, en el camping reina el buen humor y durante mis dos pernoctas se respetó el silencio debido.

A la espalda y frente a la entrada del camping discurre majestuoso el Rijnkanaal de Amsterdam

El Rijnkanaal de Amsterdam cerca del camping de Zeeburg. Foto R.Puig

El Rijnkanaal de Amsterdam cerca del camping de Zeeburg. Foto R.Puig

Que algunas barcazas circulen cargadas de gas no debería ser un motivo de preocupación

Un barcaza cargada de gas pasa frente a la entrada del camping. Foto R.Puig

Un barcaza cargada de gas pasa frente a la entrada del camping. Foto R.Puig

Tampoco yo debería divagar más con mi composición de lugar, pues el objeto de esta crónica eran mis recuerdos de la visita al Rijks Museum…

La Pintura. Altorrelieve de la fachada principal. Rijksmuseum. Amsterdam. Foto R.Puig

La escuela de pintura. Altorrelieve de la fachada principal. Rijksmuseum. Amsterdam. Foto R.Puig

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Hay que llegar temprano

Ya me lo advirtieron a la entrada, pues accedí al museo justo cuando abría sus puertas: “vaya primero a ver las obras de Rembrandt, si es que quiere verlas en paz”. ¡Pobre de mí! bastó que me entretuviese en algunas salas previas, para que, en llegando al sancta sanctorum del artista, me fuese imposible adentrarme en La ronda nocturna, el cuadro que preside la Galería de Honor.

No sé cómo explicarlo, pero hay obras que piden no sólo contemplación, sino un movimiento interior que te lleve a pasar del otro lado del lienzo, a moverte entre los personajes y sentir, pincelada a pincelada, el proceso de creación de las fisionomías de los protagonistas y de la magia y la atmósfera del momento. Algo así como tratar de verse cara a cara con Rembrandt en el trance de pintar.

La Galeria de Honor. Rijksmuseum. Amsterdam. Foto R.Puig

La Galeria de Honor. Rijksmuseum. Amsterdam. Foto R.Puig

Pero dirán ustedes que lo que yo pido es soñar despierto en la sala de un museo sin que nadie me despierte. Así que dejémoslo estar. Un día quizás…

Afortunadamente los turistas no se amontonaban ante otras obras en las salas laterales…

La conspiración de los bátavos. Rembrandt. Detalle. Rijksmuseum. Amsterdam. Foto R.Puig

La conspiración de los bátavos. Rembrandt. Detalle. Rijksmuseum. Amsterdam. Foto R.Puig

"La novia judía". Rembrandt. Detalle. Rijksmuseum. Amsterdam. Foto R.Puig

“La novia judía”. Rembrandt. Detalle. Rijksmuseum. Amsterdam. Foto R.Puig

y pude dejarme secuestrar por ellos durante unos instantes.

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El arte de tallar la madera

Que la tradición del expresionismo centroeuropeo viene de lejos es conocido. También es más fácil circular con calma por la colección de esculturas tardomedievales del museo, recoletas en su penumbra y menos frecuentadas. Así que, voy a referirme a mi encuentro con algunas de esas obras.

En primer lugar, un tema clásico del siglo XV y del siglo XVI: el encuentro (diríamos hoy que el flechazo) de otros dos consortes judíos, Joaquín y Ana, que Durero también grabó y los artistas de la talla interpretaron por toda Europa, entre ellos los imagineros españoles.

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Encuentro de Joaquín y Ana, “Maestro de Joaquín y Ana”. s.XV.Rijksmuseum. Foto R.Puig

Esta es una talla a caballo entre el Gótico y el Renacimiento, obra de un anónimo escultor holandés.

De perfil gótico es La Virgen con el niño de Adriaen van Wesel (ca. 1415 – ca. 1490), que recuerda a las esculturas de las catedrales europeas, con sus sonrisas apenas apuntadas y sus rostros inclinados benevolamente hacia los fieles que imploran favores.

La Virgen y el niño. Adriaen van Wesel. s.XV. Detalle. Rijksmuseum. Amsterdam. Foto R.Puig

La Virgen y el niño. Adriaen van Wesel. ca. 1470. Detalle. Rijksmuseum. Foto R.Puig

De carácter abiertamente expresionista es la muerte de la Virgen del mismo escultor, quien, pocos años más tarde, pasa del lirismo al drama, adecuándose al nuevo encargo.

La muerte de la Virgen. Adriaen van Wesel. s.XV. Detalle. Rijksmuseum. Amsterdam. Foto R.Puig

La muerte de la Virgen. Adriaen van Wesel. ca. 1475 . Detalle. Rijksmuseum. Amsterdam. Foto R.Puig

La muerte de la Virgen. Adriaen van Wesel. s.XV.  Detalle. Rijksmuseum. Amsterdam. Foto R.Puig

La muerte de la Virgen. Adriaen van Wesel. s.XV. Detalle. Rijksmuseum. Amsterdam. Foto R.Puig

Es el rostro de una María agonizante, ataviada como una viuda holandesa y rodeada por unos apóstoles con caras tristes, circundadas de abundantes cabellos cuidadosamente trabajados, en una demostración de virtuosismo en la talla de la madera.

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La Dolorosa 

Tres lustros más tarde, un artista florentino afincado algunos años en los Países Bajos, Pietro Torrigiano (1572 – 1428), famoso por haber roto de un puñetazo el tabique nasal de su paisano Miguel Angel, realizó un busto de la Virgen Dolorosa que rompe los cánones de la expresión gótica y que hasta puede decirse que tiene un aire surrealista.

Mater dolorosa. Atribuida a Pietro Torrigiano principios del s.XVI. Detalle. Rijksmuseum. Amsterdam. Foto R.Puig

Mater dolorosa. Atribuida a Pietro Torrigiano, ca. 1507. Detalle. Rijksmuseum. Amsterdam. Foto R.Puig

Dicen que esta dolorosa la encargó la que sería regente de los Países Bajos y tutora del futuro Carlos V, la Archiduquesa Margarita de Austria (1480 – 1530), tras enviudar por segunda vez y perder prematuramente a su hermano Felipe el Hermoso (1478 – 1506).

Pero si hemos de hablar de surrealismo ¿qué me dicen de este San Vito de facciones góticas, ensimismado y en trance de freírse en aceite hirviendo con apenada serenidad? Originalmente era una talla de madera, que más tarde fue policromada en el siglo XVII.

San Vito en el aceite hirviendo. ca.1500. Detalle. Rijksmuseum. Amsterdam. Foto R.Puig

San Vito en el aceite hirviendo. ca.1500. Detalle. Rijksmuseum. Amsterdam. Foto R.Puig

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Contrastes del destino

¡Qué diferente tratamiento el que un pintor, también del siglo XVII, le dio al joven con el que concluimos nuestra crónica!

El pintor de las familias más pudientes de la oligarquía de Amsterdam, Bartholomeus van der Helst, retrató así al hijo de Andries Bicker, alcalde de Amsterdam, uno de los más ricos comerciantes de los Países Bajos y varias veces embajador, cuyo retrato se puede ver en el museo junto al de su hijo.

Gerard Andriesz Bicker (1622 – 1666) tenía a la sazón veintidós años y -a diferencia de San Vito– su relación con el aceite se reducía probablemente a los platos que le servían sobre una mesa bien provista.

Retrato de Gerard Andriesz Bicker. Bartholomeus van der Helst. c. 1642. Rijksmuseum. Amsterdam. Foto R.Puig

Retrato de Gerard Andriesz Bicker. Bartholomeus van der Helst. ca. 1644. Rijksmuseum. Amsterdam. Foto R.Puig



De Amsterdam a Gante (Fisionomías XXV)

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La explanada de los museos. Amsterdam. Foto R.Puig

La explanada de los museos. Amsterdam. Foto R.Puig

A poca distancia del Rijksmuseum, paseando por la explanada de los museos llego al Museo Municipal de Arte Moderno (Stedelijk Museum)

El Museo de Arte Moderno. Amsterdam. Foto R.Puig

El Museo de Arte Moderno. Amsterdam. Foto R.Puig

En el que la arquitectura contemporánea arropa al edificio en ladrillo de finales del siglo XIX.

Entrada.  Museo de Arte Moderno. Amsterdam. Foto R.Puig

Entrada. Museo de Arte Moderno. Amsterdam. Foto R.Puig

La recepción. Museo de Arte Moderno. Amsterdam. Foto R.Puig

La recepción. Museo de Arte Moderno. Amsterdam. Foto R.Puig

Ensamblaje de arquitecturas. Museo de Arte Moderno. Amsterdam. Foto R.Puig

Ensamblaje de arquitecturas. Museo de Arte Moderno. Amsterdam. Foto R.Puig

A los espacios de construcción contemporánea se accede por escaleras mecánicas a juego

Escalera mecánica. Museo de Arte Moderno. Amsterdam. Foto R.Puig

Escalera mecánica. Museo de Arte Moderno. Amsterdam. Foto R.Puig

mientras que en el primer edificio se mantiene la escalinata original, aunque bajo una corona contemporánea, luminosa y móvil

Escalera interior. Museo de Arte Moderno. Amsterdam. Foto R.Puig

Escalera interior. Museo de Arte Moderno. Amsterdam. Foto R.Puig

También se mueven (tras apretar el botón) estos animales momificados de cuyo autor no encontré la cartela pero tiene toda la mordacidad de una instalación del pionero de las instalaciones y las performances, el norteamericano Bruce Nauman

Museo de Arte Moderno. Animalario móvil. Amsterdam. Foto R.Puig

Museo de Arte Moderno. Animalario móvil. Amsterdam. Foto R.Puig

Aunque el museo se esfuerza por ofrecer al visitante un recorrido por las épocas y escuelas del arte moderno y contemporáneo con algunas obras memorables y otras menos, con amplios saltos que van desde Rodin y Cezanne

Jean d'Aire. Rodin 1884 a 86. Foto R.Puig

Jean d’Aire. Rodin 1884 a 86. Foto R.Puig

La Santa Victoria. Paul Cezanne. 1888. Foto R.Puig

La Santa Victoria. Paul Cezanne. 1888. Foto R.Puig

hasta obras y fisionomías más recientes, algunas a mi modo de ver deudoras del grupo COBRA, ampliamente representado en el museo, como una del norteamericano Julian Schnable de la que he seleccionado un rostro. Esta obra me recuerda las obras de Mauritz Karström, el malogrado artista sueco del que hemos hablado en este blog

La muerte inesperada de Blinky Palermo en el trópico. Julian Schnable. 1981. Detalle. Foto R.Puig

La muerte inesperada de Blinky Palermo en el trópico. Julian Schnable. 1981. Detalle. Foto R.Puig

o un rostro con iluminación de neón (a la moda de los años 60) del francés Martial Raysse, miembro de la corriente del Nouveau Réalisme

PIntura dealta tensión. Martial Raysse. 1965. Foto R.Puig

Pintura de alta tensión. Martial Raysse. 1965. Foto R.Puig

Del largo y complejo recorrido me quedaré además con un cuadro de Chagall

Autorretrato de los siete dedos. Marc Chagall. 1912 a 13. Foto R.Puig

Autorretrato de los siete dedos. Marc Chagall. 1912 a 13. Foto R.Puig

otro de Matisse

Odalisca. Henri Matisse. 1920 a 21. Foto R.Puig

Odalisca. Henri Matisse. 1920 a 21. Foto R.Puig

y el bronce de un torso delicuescente del holandés-americano Willem de Kooning

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Large torso. Willem de Kooning. 1974. Foto R.Puig

Confirmo mi devoción incondicional por la obra de Mark Rothko

Sin título. Mark Rothko. 1962. Foto R.Puig

Sin título. Mark Rothko. 1962. Foto R.Puig

y les dejo otros dos recuerdos de mi paso por las salas del museo, la de los minimalistas norteamercanos

Flecha. Trans West, Kennet Noland y Richard Tuttle, Arrow. 1965-66. Foto R.Puig

“Trans West” de Kennet Noland y “Arrow” de Richard Tuttle. 1965-66. Foto R.Puig

y la dedicada a los espacialistas, en la estela del manifiesto blanco de Lucio Fontana

Varias obras de la Nueva Objetividad. Años 50 y 60. Foto R.Puig

Varias obras del espacialismo de los años 50 y 60. Foto R.Puig

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pero ahora de estos espacios nos vamos hacia otros, en la etapa siguiente de mi ruta de verano en dirección a  España…

Gante

Mi vecino del camping en Gante. Foto R.Puig

Mi vecino del camping en Gante. Foto R.Puig

Acampé en las afueras de Gante, en el camping municipal de Blaarmerseen, extenso y tranquilo, perfectamente comunicado con la ciudad por un autobús que te pone en la estación de Sint-Pieter en diez minutos; aunque –o tempora o mores- en mi última tarde en Gante una multitud paralizó la ciudad en búsqueda de un pokemón, y tuve que esperar en la parada durante una hora, para volver al camping

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Gante. La fuente frente a la estación Sint-Pieter. Foto R.Puig

De los puentes y canales de Amsterdam he venido a pasear junto a los de Gante

Gante. El canal de la Predikherenlei y el ábside de San Miguel. Foto R.Puig

Gante. El canal de la Predikherenlei y el ábside de San Miguel. Foto R.Puig

Los monumentos de esta ciudad flamenca, más tranquila que Amsterdam, se concentran a lo largo de un breve recorrido, que también reúne abundantes restaurantes y tabernas de gastronomía belga

Gante. Limburgstraat y catedral de San Bavón. Foto R.Puig

Gante. Limburgstraat y catedral de San Bavón. Foto R.Puig

Gante. Monumento a los hermanos Van Eyck junto a San Bavón. Foto R.Puig

Gante. Monumento a los hermanos Van Eyck junto a San Bavón. Foto R.Puig

La calle que bordea la iglesia de San Nicolás y nos acerca a las inmediaciones del famoso puente de San Miguel se llama Cataloniestraat (Calle de Cataluña). ¿Tendrá que ver con las aspiraciones al derecho a decidir de una parte de las ciudadanías de Flandes y de Cataluña? En todo caso, calles de Flandes en ciudades catalanas hay bastantes (como las hay en otras ciudades de España), pero lo que es especial es que Gerona fue la ciudad invitada a las Floraliën de Gante en abril de este año, como Gante lo fue del Temps de flors de Gerona en mayo del año pasado. 

El Presidente de la Generalitat Catalana fue invitado oficial en las festividades florales de Gante y aprovechó para entrevistarse con el de Flandes en busca de solidaridad para su proyecto de desconexión de España, pero a Geert Bourgeois, desde que su partido se autodeterminó a gobernar en Bélgica, le ha bajado mucho la fiebre independentista y no se quiso mezclar en el asunto.

Sea como sea, el diálogo floral es siempre vistoso, incluso cuando no da frutos, y a San Nicolás, cuya iglesia preside la calle de Cataluña, se le conmemora en Bélgica tanto como en España a los Reyes Magos. La leyenda que se les cuenta a los infantes es que un carnicero malo había convertido a unos niños en salchichas, pero San Nicolás los resucitó y castigo al matarife. Es más suave pensarlo como Santa Claus y portador de regalos, pero quién sabe si también sera capaz de hacer milagros con butifarras.

Gante. La iglesia de San Nicolás en la Cataloniestraat.. Foto R.Puig

Gante. La iglesia de San Nicolás en la Cataloniestraat.Foto R.Puig

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El museo

La entrada del Museo de Bellas Artes de Gante. Foto R.Puig

La entrada del Museo de Bellas Artes de Gante. Foto R.Puig

Llegué viajando en tranvía y en autobús al gran espacio verde que alberga los dos museos, el de Bellas Artes (MSK) y el de Arte Moderno (SMAK), el Parque de la Ciudadela, al otro lado de la circunvalación interior.

Sólo me alcanzó el tiempo para visitar el primero, situado en un edificio neoclásico de finales del siglo XVIII. Reabrío sus puertas en 2007, tras varios años de remodelación. Escasos visitantes circulan con gran tranquilidad por unas salas que contrastan con las abarrotadas que visité en Amsterdam. También hay que decir que lo que se exhibe es lo que las tropas napoleónicas no alcanzaron a expoliar. Guarda obras maravillosas de una colección que transporta al visitante desde la Edad Media a los comienzos del siglo XX. Como se puede repasar en el sitio oficial del Museo, yo me limito a insistir en una de mis manías: la recolección de rostros.

Puesto que estamos en su año, empecemos por  con unas fisionomías de El Bosco que ya Umberto Eco incluyó en su Historia de la Fealdad

El Bosco. Jesús con la cruz a cuestas. Detalle. ca. 1516. Museo de Bellas Artes. Gante. Foto R.Puig

El Bosco. Jesús con la cruz a cuestas. Detalle. ca. 1516. Museo de Bellas Artes. Gante. Foto R.Puig

sin que faltasen caricaturistas análogos de tradición germánica

Maestro del retablo Pflock. La coronación de espinas. Detalle. ca. 1520. Museo de Bellas Artes. Gante. Foto R.Puig

Maestro del retablo Pflock. La coronación de espinas. Detalle. 1520. Gante. Foto R.Puig

como el Maestro del Retablo Pflock, un anónimo de la escuela de Lucas Cranach

Maestro del retablo Pflock. La coronación de espinas. Detalle. ca. 1520. Museo de Bellas Artes. Gante. Foto R.Puig

Maestro del retablo Pflock. La coronación de espinas. Detalle. 1520. Gante. Foto R.Puig

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En el caso de esta talla gótica, el famoso protagonista es víctima no de la cruz ni de las espinas sino de las flechas de su martirio, y muestra el rostro de la pena característico de las tallas medievales, sin que falte el puño crispado del sufridor. Tampoco debe de hacerle gracia que alguien le haya robado sus flechas.

Meester Arn. San Sebastián. ca. 1480. Museo de Bellas Artes. Gante. Foto

Meester Arn. San Sebastián. ca. 1480. Museo de Bellas Artes. Gante. Foto

Pero nada como la desesperación eterna de los condenados del Juicio Final

El Juicio Final de Rafaël Coxcie. 1588-89. Detalle. Museo de Bellas Artes. Gante. Foto R.Puig

El Juicio Final de Rafaël Coxcie. 1588-89. Detalle. Museo de Bellas Artes. Gante. Foto R.Puig

Rostro atormentado, obra del arte manierista de Rafaël Coxcie, al que no le falta el detalle del mesiodens o diente del mal. Se da el caso de que el padre del artista (Michiel Coxcie, el apodado Rafael flamenco), con quien se había formado el hijo, había trabajado en Italia en el círculo de Miguel Ángel y este cuadro bien pudiera haberse inspirado en el fresco de la Sixtina.

El Juicio Final de Rafaël Coxcie.1588-89.Museo de Bellas Artes. Gante. Foto R.Puig

Los condenados del Juicio Final de Rafaël Coxcie.1588-89.Detalle. Museo de Bellas Artes. Gante. Foto R.Puig

No quisiera despedirme de las salas del museo de Gante con estas dramáticas imágenes, ya que al fin y al cabo es un lugar en el que se respira la calma

Una sala del Museo de Bellas Artes. Gante. Foto R.Puig

Una sala del Museo de Bellas Artes. Gante. Foto R.Puig

Así que, para iluminar el panorama con las luces de la inocencia, terminemos con los rostros de dos de los cinco hijos de Lieven van Pottelsberghe y Livina van Steelant, a  los que debieron mimar bastante en aquella familia acomodada de los Países Bajos de principios del siglo XVI

Gerhard Horenbout. Dos hijos de la familia Von Pottelsberghe. Foto R.Puig

Gerhard Horenbout. Dos hijos de la familia Von Pottelsberghe. Foto R.Puig

y muy muy devota…

Gerhard Horenbout. La familia Von Pottelsberghe. Museo de Bellas Artes. Gante

Gerhard Horenbout. La familia Von Pottelsberghe. Museo de Bellas Artes. Gante

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Devotos, es decir consagrados a un trabajo excepcionalmente delicado, son también los profesionales que están trabajando en el museo, tras un gran ventanal, a la vista del público, en la restauración del retablo de El Cordero Místico  de los hermanos Van Eyck cuyo lugar habitual es la catedral de San Bavón. Ahí estuve un buen rato leyendo los paneles explicativos del proceso y viéndoles trabajar, claro que sin poder traer aquí la prueba, pues no se podía lógicamente hacer fotos de su trabajo.


Canteras, viñedos y esculturas en Pinoso

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Mármol y viñedos.   Pinoso.  Foto R.Puig

Mármol y viñedos. Pinoso. Foto R.Puig

Pasé unas horas en Pinoso hace dos semanas. En este pueblo de Alicante se ha cultivado el arte del vino desde hace por lo menos dos milenios y desde el siglo XIX la ciencia de la cantera. No hay familia de pinoseros que no cuente con antepasados que laboraron en los viñedos o sudaron con el duro trabajo de la extracción del mármol del Monte Coto.

No se me había ocurrido antes ir a Pinoso, hasta que supe que compañeras de mis estudios en la Facultad de Bellas Artes de Altea, así como profesores y estudiantes de ahora, participaban en el primer certamen de escultura en piedra de la Fundación Levantina y que sus trabajos se exponían en la Casa del Mármol y del Vino de la villa.

Certamen de Escultura en piedra. Fundación Levantina. Casa del mármol y del vino de Pinoso. Foto R.Puig

Certamen de Escultura. Fundación Levantina. Casa del mármol y del vino de Pinoso. Foto R.Puig

Este proyecto de colaboración entre los productores de mármol alicantinos y la Facultad de Bellas Artes de Altea se debe en buena medida al seminario “La escultura ambiental y los parques-museo de escultura contemporánea en Italia” que la Profesora Oriana Impei impartió en setiembre de 2015 en Altea, invitada por la profesora Raquel Puerta Varó. De aquella visita y de las interesantes propuestas que la docente italiana presentó, basadas en su larga experiencia en este tipo de colaboraciones entre los industriales de la piedra y la Academia de Bellas Artes de Roma hemos tratado en este blog.

Javier Martínez en la Casa del Mármol y del Vino. Foto R.Puig

Javier Martínez en la Casa del Mármol y del Vino de Pinoso. Foto R.Puig

Tras una llamada telefónica a la Oficina de Turismo de Pinoso en la Casa del Mármol y del Vino, su coordinador, Javier Martínez, me animó a detenerme en Pinoso el mayor tiempo posible. Durante mi visita sus competentes explicaciones han ampliado mucho mis escasos conocimientos sobre el trabajo de extracción del mármol y el arte de la viticultura.

Casa del mármol y del vino de Pinoso. Foto R.Puig

Casa del mármol y del vino de Pinoso. Foto R.Puig

El museo tiene un importante colección de los antiguos instrumentos de los canteros y viticultores que las familias pinoseras han donado.

Muelles de exportación de vino. Alicante s.XIX. Casa del mármol y del vino de Pinoso. Foto R.Puig

Muelles de exportación de vino. Alicante s.XIX. Casa del mármol y del vino de Pinoso. Foto R.Puig

Todo ello acompañados de pedagógicos paneles, presentaciones audiovisuales y folletos.

Mural. Casa del mármol y del vino de Pinoso. Foto R.Puig

Composición mural. Casa del mármol y del vino de Pinoso. Foto R.Puig

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En las canteras de mármol de Monte Coto

Para entender la piedra y para comprender tanto el mimo como la tecnología que requiere su talla es muy conveniente visitar las canteras de la que se extrae. Lo mejor sería poder volver uno de esos días en los que la Fundación Levantina organiza visitas guiadas con total seguridad.

Cantera en Pinoso. Foto R. Puig

Cantera de Levantina en Pinoso. Foto R. Puig

Aunque no tengamos ni de lejos el genio de Miguel Ángel, al menos podemos intentar sentir una chispa de lo que debió él de sentir en Carrara cuando fue personalmente a elegir in situ el bloque de mármol en el que ya presentía encerrada la forma de su Pietá. La selección directa y en persona de sus bloques de mármol fue un hábito que mantuvo durante su larga carrera como escultor.

En las canteras de Pinoso. Foto R.Puig

En las canteras de Pinoso. Foto R.Puig

No era día de visita, por lo que sólo pude apreciar las fachadas de mármol blanco cremoso (variedad del mármol “crema marfil”) y los escalones de 12 metros de altura, de los que se cortan las enormes rebanadas que luego se trocearán para su transporte. Es un proceso fascinante de técnica e ingenio.

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Canteras de Martcotsa. Pinoso. Foto R.Puig

Pero son las visitas guiadas, que te llevan al interior, las que me permitirían apreciar la cantera en toda sus dimensión, incluida la hondonada gigante excavada durante décadas. La próxima vez será.

En la cantera de Levantina. Pinoso.  Foto  R. Puig

En la cantera de Levantina. Pinoso. Foto R. Puig

Las reservas son grandes, hasta el punto de que los bloques se mantienen apilados durante años a modo de imponentes murallas, en cuyos intersticios han crecido los arbustos.

Muro de mármol. Canteras de Pinoso. Foto R.Puig

Muro de mármol. Canteras de Pinoso. Foto R.Puig

Junto a los accesos están las áreas de almacenamiento de los bloques.

Mármol, olivos y viñedos. Pinoso. Foto R.Puig

Mármol, olivos y viñedos. Pinoso. Foto R.Puig

A todo esto se añade la luz de esta tierra, sus montes de suaves declives y la serena extensión de sus paisajes.

Pinoso. La vega del Vinalopó Medios y el mármol por el lado de la Algueña. Foto R.Puig

Pinoso. La vega del Vinalopó Medios y el mármol por el lado de Algueña. Foto R.Puig

La mirada se ensancha más allá de Algueña, a pocos kilómetros de la provincia de Murcia y de Jumilla. ¡He de retornar a esta comarca!

El mármol y los viñedos. Pinoso. Foto R.Puig

El mármol y los viñedos. Pinoso. Foto R.Puig

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Escultura

Como explicaba más arriba, pensé en esta visita al saber que las esculturas de dos compañeras de mis cursos de escultura en Altea entre 2008 y 2010, junto con las de estudiantes y profesores actuales, estaban en la exposición patrocinada por la Fundación Levantina en Pinoso.

Aquí están algunas de las obras.

Piedra mansa

Eva Martí. Cruces. Casa del mármol y del vino de Pinoso. Foto R.Puig

Eva Martí. “Cruces” 2016. Mármol “blanco Ibiza”. 13,9 x 56,5 x 39 cm.  Foto R.Puig

La de Eva Martí, de acabado paciente, en humilde espera de unas manos que no se cansen de serenar más aún si cabe sus superficies y sus pliegues, encierra en su sobriedad las ambigüedades y dilemas de la conducta imprevisible del ser humano, de los extremos y los itinerarios de la vida y del lenguaje: encrucijada y cruz, camino y tumba,  apertura y cierre, claridad y sombra, decisión y renuncia, fugas y muros, lápida y cauce de purificación lustral, calma aparente y pasión retenida.

Piedra inquieta

Teresa Iborra. Ausencia. Casa del mármol y del vino de Pinoso. Foto R.Puig

Teresa Iborra. “Ausencia” 2016. Mármol “amarillo sierra” y acero. 32 x 66,5 x 16 cm.  Foto R.Puig

Esta escultura de Teresa Iborra, esculpida con gran refinamiento, me parece metáfora de una pérdida o de una fuga. Una sección de viga de acero embrida dos concavidades de precisa igualdad, los muñones de un ser bivalvo de cuya presa hay algo que se ha escapado y que nunca, frenados para siempre, podrán recuperar. ¿Quieren estas conchas sin nada expresar la angustia de un incierto algo que sabemos que estuvo y que ya no está?

Piedra traspasada

Imma Mengual. Línea maestra. Casa del mármol y del vino de Pinoso. Foto R.Puig

Imma Mengual. “Línea maestra” 2016. Mármol y madera de sucupira 140 x 150 x 15 cm. Foto R.Puig

En esta escultura, compuesta de madera y mármol, obra de Imma Mengual, hay también una tensión, una línea de escape y un peso que impide, que retiene y priva, un equilibrio casi insostenible, la tragicomedia congelada de dos materias. Sea cual sea la que prevalezca, el resultado será la caída. Retenemos la respiración y nos alejamos de puntillas, sintiendo que bastaría que esas sombras que hacen de ancla y contrapeso se diluyan con el ocaso para que algo imprevisto suceda.

Piedra expectante

Jose Garcia Chuecos 2016,

Jose Garcia Chuecos 2016, “sin título”. Mármol “blanco ibiza”. 22 x 43 x 17 cm.  Foto R.Puig

Nada mejor que acabar con esa cabeza, esculpida por José García Chuecos, a la espera de un lugar, a la espera de un nombr, a la espera de poder volar. Parece que desease retornar a las entrañas de la cantera: “piedra eres y en piedra te has de convertir”. Ya no pertenece al artista, ahora habita otras regiones.

De momento yo vuelvo a las mías por la carretera que, pasando Monóvar, me llevará de regreso a la ciudad de mis abuelos maternos y de mi madre, Alicante.

Entre Pinoso y Monóvar. Foto R. Puig

Entre Pinoso y Monóvar. Foto R. Puig


Santas Pascuas

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Domingo de Ramos en la desembocadura del Molinell. Foto R.Puig

Domingo de Ramos en la desembocadura del Molinell. Foto R.Puig

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En España

La mitad de la Semana Santa la he pasado en la Marina Alta. He sacado la bicicleta, he leído por fin algunos libros que tenía aparcados. He llamado a amigos y familiares y, claro está, paseando por las playas he preguntado a los pescadores eso que los que no lo somos inquirimos siempre: “Qué tal pican hoy?”. La respuesta es invariablemente que no, que no se da bien el día, aunque el agua que se agita en el cubo parezca desmentirlo.

El tiempo ha sido no sólo benigno, ha sido resplandeciente.

Semana Santa en la desembocadura del Molinell. Foto R.Puig

Semana Santa en la desembocadura del Molinell. Foto R.Puig

Al parecer también ha sido una semana pletórica de procesiones. Cualquier época es buena para hacer la fiesta, incluso si lo que se recuerda son dolores de hace más de dos mil años. Las tradiciones son las tradiciones y se trasmiten de padres a hijos. Si el abuelo se vistió de nazareno, el nieto seguirá haciéndolo. Los naturales de Nazaret se multiplican con el paso de las generaciones, aunque el atuendo no ha variado mucho.

Nazarenos. Foto Diario Información de Alicante

Nazarenos. Foto Diario Información de Alicante

Como estaba apartado de todo ello, no me he cruzado con ninguno, pero los medios de comunicación han sido, como de costumbre, prolíficos en mostrar los desfiles de todo tipo de cofrades.

A mí, en estos tiempos, cuando por todo el mundo se extiende la afición a enmascararse, y no precisamente para ir de procesión, todo esto me produce cierta grima. Dicen que es devoción, pero a mí me recuerda al klu klux klan. No puedo evitarlo. Y eso que a mis trece años, un viernes santo, me pusieron ese capirote de cartón en la cabeza. Nos llevaron de procesión los curas del colegio. La verdad es que hacía daño en las sienes, así que algo tenía de penitencia, aunque para purgar qué culpas no lo sé. Lo que pasa es que hoy, por el garbo con el que corren algunos nazarenos, me da a mí que el cucurucho es de plástico ligero.

Nazareno. Foto Diario Información de Alicante

Nazareno. Foto Diario Información de Alicante

Pero, al parecer no todo es fiesta, al menos parece que algunos penitentes cargar, cargan.

Penitente. Foto Diario Información de Alicante

Penitente. Foto Diario Información de Alicante

Claro que después también se reponen fuerzas con la cocina tradicional de estos días santos.

Rezar y manjar. Foto Diario Información de Alicante

Rezar y manjar. Publicidad de un municipio en el Diario Información de Alicante

Aaprovechando que las almas están bien dispuestas, hasta la factura del agua puede que nos parezca más ligera, al menos es lo que espera la compañía concesionaria que nos felicita estos días de Pasión.

Felicitando la Semana Santa. Fuente Diario Información de Alicante

Felicitando la Semana Santa. Publicidad en el Diario Información de Alicante

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En Suecia

El jueves volví a Suecia. Cambio de tercio y paseo por otra costa el día de Viernes Santo.

Salimos con sol de Gotemburgo y pasamos unas horas de luz y brisa fresca en Lysekil, una pequeña ciudad del Bohuslan, en la extremidad aguda de una península entre el Saltö Fjord y el Gullmar Fjord (reserva natural marina). La terminación kil es antigua  y significa punta de lanza. En este caso se refiere a una punta de tierra que se adentra en el mar. Lyse viene del nombre de la antigua parroquia medieval de Lyse, de la cual se acabó segregando la de Lysekil en el siglo XVIII.

Viernes Santo en Lyserkil. Foto R.Puig

Viernes Santo en Lysekil. Foto R.Puig

Aquí la única señal de las celebraciones era el anuncio del concierto coral en su iglesia mayor: el Stabat Mater de Pergolesi.

Lysekil. Foto R.Puig

Lysekil. Foto R.Puig

La historia de Lysekil se escenifica en los grandes paneles de piedra de la plaza mayor, donde se resume la vida de los habitantes del Bohuslan desde la Edad de Piedra. Es obra tallada en granito de la escultora Ivana Machackova. Se instaló en el año 2013, en total pesa 30 toneladas y se titula “Crónica del Bohuslan”.

Memorial de tiempos idos. Los vikingos. Lyserkil. Foto R.Puig

Memorial de tiempos idos. Los vikingos. Lysekil. Foto R.Puig

Memorial de tiempos idos. Comercio medieval. Lyserkil. Foto R.Puig

Memorial de tiempos idos. Comercio medieval. Lysekil. Foto R.Puig

Memorial de tiempos idos. Pastoreo. Lyserkil. Foto R.Puig

Memorial de tiempos idos. Pastoreo en la Edad del Bronce. Lysekil. Foto R.Puig

Memorial de tiempos idos. El puerto. Lyserkil. Foto R.Puig

Memorial de tiempos idos. El puerto. Lysekil. Foto R.Puig

Memorial de tiempos idos. La pesca. Lyserkil. Foto R.Puig

Memorial de tiempos idos. La pesca. Lysekil. Foto R.Puig

Memorial de tiempos idos. Las canteras. Lyserkil. Foto R.Puig

Memorial de tiempos idos. Las canteras. Lysekil. Foto R.Puig

La vida en Suecia no fue el estado del bienestar hasta bien entrado el siglo XX. De hecho, poco antes, fue un país de emigrantes, de vida dura y de rígidas costumbres controladas por una Iglesia Nacional omnipresente.

Hoy las canteras, que alimentaron de granito rosado las construcciones de los templos de esta costa y lo exportaban hasta Alemania, están silenciosas desde 1944, cuando la extracción se detuvo para siempre.

Las canteras abandonadas de Lyserkil. Foto R.Puig

Las canteras abandonadas de Lysekil. Foto R.Puig

Pero basta acercarse un poco para observar el admirable colorido de su composición

Piedra de Lyserkil. Foto R.Puig

Piedra de Lysekil. Foto R.Puig

Granito rosado de Lyserkil. Foto R.Puig

Granito rosado de Lysekil. Foto R.Puig

En realidad, no es sólo aquí donde se explotaba. Canteras de esta piedra abundan por la Costa Oeste. Un simple paseo por Gotemburgo nos la muestra en edificios, esculturas y bajorrelieves.

Pasión

La Pasión ni se celebra con procesiones ni se felicita en los periódicos. En la prensa se refleja en los innumerables anuncios de los servicios religiosos y, sobre todo de los conciertos de música sacra en los templos de todo el país, a menudo acompañados de ágapes con los feligreses de las variadas confesiones cristianas. De ello hemos hablado hace años en este blog.

El Cristo de la Iglesia de Lyserkil. Foto R.Puig

El Cristo de la Iglesia de Lysekil. Foto R.Puig

Pero lo que Lysekil padeció durante siglos fue la desaparición de sus marinos y sus pescadores en el mar. Su puerto contó con flota propia, pues era uno de los principales centros de la pesca, elaboración y exportación del arenque nórdico.

En barcos de vela como este que data de 1840, construido en astilleros de una isla cercana, se hacían a la mar los pescadores de las poblaciones de esta Costa Oeste. La vida de aquellos pueblos era austera y pobre. Las condiciones de trabajo de las tripulaciones extremadamente duras.

Bote de pesca del s. XIX. Lyserkil. Foto R.Puig

Bote de pesca del s. XIX. Lysekil. Foto R.Puig

Muchas familias perdieron a sus hombres en el mar, como testimonia el memorial con la fecha de la muerte, los nombres y la edad de todos los que perecieron desde 1840 hasta 1992, que preside la entrada del camposanto.

Memorial de marinos y pescadores muertos en el mar. Lyserkil. Foto R.Puig

El matrimonio del patrón de barco Lycke y su esposa están enterrados juntos, pero Jemy R. Licke, Pontus E. Licke y Johan Lycke desaparecidos en el mar en 1875, 1880 y 1889 respectivamente y no ocupan la tumba de la familia.

Tumba del capitan de barco Lycke y su esposa. Lyserkil. Foto R.Puig

Tumba del capitan de barco H.N. Lycke y su esposa E. Lycke. Lysekil. Foto R.Puig

Los muelles desde donde apenas salen ya barcos de pesca, pero que en verano se llenarán con barcos de recreo, estaban tranquilos este Viernes de Pasión.

Desde el muelle. Lyserkil. Foto R.Puig

Desde el muelle. Lysekil. Foto R.Puig

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La mano de un modesto pintor dejó en el templo un retablo con escenas de la vida de Cristo, torpemente representadas.

Crucifixión. Iglesia de Lyserkil. Foto R.Puig

Crucifixión. Iglesia de Lysekil. Foto R.Puig

Pero, como hoy ya estamos a Domingo, acabaremos nuestra crónica con la otra obra de ese artista desconocido, de ingenua inspiración y pobres tablas.

¡Capirotes al armario!

Resurrección. Iglesia de Lyserkil. Foto R.Puig

Resurrección. Iglesia de Lysekil. Foto R.Puig


Algunas cosas de Valencia

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Susy Gómez. La espuma de los días, 2001. Foto R.Puig

Susy Gómez. La espuma de los días, 2001. Hierro galvanizado. Foto R.Puig

A principios del mes que acaba hoy, anduve de paseo por Valencia. Así que, sin ninguna pretensión, dejo aquí algunas imágenes (de esculturas en su mayoría).

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De hace poco

Primero dos obras recientes, expuestas hasta ayer en el Centro de Cultura Contemporánea en el antiguo Convento del Carmen.

Entre las obras de esta exposición, que responde al título de Discursos premeditadosme he quedado con la gran rosa en hierro galvanizado que abre esta página y con otra obra de hierro y tablas ennegrecidas con grafito.

Son esculturas de dos mujeres, una mallorquina y una valenciana.

La rosa, símbolo de la fragilidad, es aquí, aunque yazca en tierra, una palabra duradera de resistencia.

Los negros paneles negros los he visto como mudos memoriales de aquellos a quienes se sujetaba con la camisa de fuerza, de aquellos a quienes privaron de nombre.

Amparo Tormo. La dignidad de la locura. 1997. Foto R.Puig

Amparo Tormo. La dignidad de la locura. Hierro, madera y grafito. 1997. Foto R.Puig

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De hace un poco más

En los Jardines del Real (o del Vivero) hay muchísimas esculturas, fuentes, árboles y plantas. Hay begonias, cactus, claveles y otras flores; quentias, ficus, araucarias, pinsapos, cipreses, helechos, ágaves, chumberas, azaleas, rododendros, cocos, dracenas, extralixis, colocasias, paudanes, palmeras, tarays, plátanos americanos…

Jardines del Real. Valencia. Foto R.Puig

Jardines del Real. Valencia. Foto R.Puig

A mí me parece que los de la foto son ceibas o ceibos.  Así  recuerdo que los llaman en el Perú. 

De las esculturas me he quedado con una a la que unos vándalos cortaron la cabeza en el 2012, pero que ha sido restaurada. Es simple y es de piedra caliza, obra de un escultor valenciano.

Adolescente de Jose Esteve Edo 1952. Jardines del Real.Valencia. Foto R.Puig

Adolescente de Jose Esteve Edo 1952. Jardines del Real.Valencia. Foto R.Puig

Otras formas de estilizar son las de la escultura barroca, de la que es ejemplo este santo varón valenciano, que cuenta con muchos devotos en su tierra.

San Luis Bertrán. Ponzanelli 1693.Valencia.Puente de la Trinidad. Foto R.Puig

Ponzanelli 1693. San Luis Bertrán. Valencia.Puente de la Trinidad. Foto R.Puig

Dicen que a  este santo dominico, durante los años de su misionar en América en la segunda mitad del siglo XVI, los crueles encomenderos de Santa Fe de Bogotá, aunque no le cortaron la cabeza como a la estatua de la meditabunda adolescente, sí que estuvieron a punto de asesinarle porque denunciaba desde el púlpito la opresión de los indígenas en aquella colonia española. Como entonces no era fácil echarse al monte como Camilo Torres, retornó a Valencia donde se ganó el cariño de sus paisanos y, después de muerto, ha sido un santo muy milagrero.

Luis Bertrán O.P. (1526 -1581) tiene en común con la joven desconocida que ambos sostienen un libro. Puede que ella, en 1952, el libro que sostiene sea Nada de Carmen Laforet. Y él quiero pensar que el volumen que sujeta sea la Brevísima relación de la destrucción de las Indias (1552) obra de un compañero de su misma orden dominicana, Bartolomé de las Casas O.P. (1484 – 1566).

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Unos siglos antes

Bastante antes, hubo otro varón que no fue canonizado, pero es probablemente el más santificado por los valencianos. Entonces era España en gran parte una colonia árabe y, como no era suficiente con los predicadores dominicos que ya estaban catequizando Europa y liquidando herejías, el idolatrado Jaime I de Aragón el Conquistador, se dedicó entre otras cosas a reconquistar Valencia.

Así de fiero aparece su ademán en el centro de Valencia.

Jaime I el Conquistador según Agapito Vallmitjana.1891. Valencia. Foto R.Puig

Jaime I el Conquistador según Agapito Vallmitjana. 1886. Valencia. Foto R.Puig

El escultor era natural de Barcelona y se llamaba Agapito Vallmitjana  (1833 – 1905)

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Y ya que estamos en el siglo XIX…

…vayamos de paseo por los Jardines de Monforte, un lugar donde se celebran bodas, y en que encontré a varias familias que estaban tomando fotos a sus niñas vestidas de primera comunión o de labriega valenciana.

Entrada a los jardines de Monforte. Valencia. Foto R.Puig

Entrada a los Jardines de Monforte. Valencia. Foto R.Puig

La quinta y sus jardines fueron obra y propiedad de marqueses y son hoy un ameno parque municipal, fresco refugio en días de calor.

En los jardines de Monforte. Valencia. Foto R.Puig

En los jardines de Monforte. Valencia. Foto R.Puig

Sus numerosas estatuas en mármol estaría yo tentado de englobarlas en una especie de “neo-clásico mediterráneo”. La reproducción o re-creación de versiones  del arte clásico tuvo desde fines del siglo XVIII y en el siglo XIX numerosos cultivadores en Europa, en especial a partir del momento en que la ocupación napoleónica de Italia disparó la demanda y Antonio Canova (1757 – 1822) potenció el movimiento.

Sócrates en los jardines de Monforte. Valencia. Foto R.Puig

Dicen que es Sócrates,  jardines de Monforte. Valencia. Foto R.Puig

En los jardines de Monforte. Valencia. Foto R.Puig

En los jardines de Monforte. Valencia. Foto R.Puig

En los jardines de Monforte. Valencia. Foto R.Puig

En los jardines de Monforte. Valencia. Foto R.Puig

No voy a seguir, porque si no se alargaría la lista. No obstante, hay que decir que la estatua que al parecer prefieren las parejas de novios es la de otra pareja famosa.

Dafnis y Cloe. Jardines de Monforte. Valencia. Foto R. Puig

Dafnis y Cloe. Jardines de Monforte. Valencia. Foto R. Puig

Y como no todo es inspiración grecolatina, no olvidemos los angelotes barrocos, de los que en estos jardines hay varias muestras

En los jardines de Monforte. Valencia. Foto R.Puig

En los jardines de Monforte. Valencia. Foto R.Puig

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Y a comienzos del siglo XX

Este busto recuerda a un pintor valenciano, Antonio Muñoz Degrain (1843-1924), que ejerció principalmente en Málaga y está representado en colecciones privadas y públicas, con varias obras en el mismo Museo del Prado . Tuvo la capacidad de irse renovando, de tal modo que de sus primeros paisajes realistas y románticos, siempre de gran calidad técnica, fue acercándose a una visión impresionista y levantina, con escenas naturales de gran colorido y luminosidad.

Monumento a Antonio Muñoz Degrain, Valencia. Foto R.Puig

Monumento a Antonio Muñoz Degrain, Valencia. Foto R.Puig

Es obra del escultor Francisco Marco Díaz-Pintado (1887-1980). Cuando se realizó ya había en este mismo lugar una escultura de la madre Naturaleza que parece abrazar al pintor

Raices del ficus australiano que abrazan al pintor Muñoz Degrain. Valencia. Foto R.Puig

Raices del ficus australiano que abrazan al pintor Muñoz Degrain. Valencia. Foto R.Puig

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Para terminar, una escultura bastante más grande…

Valencia. El puente de la Peineta de Santiago Calatrava. Foto R.Puig

Valencia. Los tirantes del puente “de la Peineta” de Santiago Calatrava. Foto R.Puig


De dos días en Estocolmo (I): andar, observar, celebrar

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Atardecer desde la terraza del hotel Estocolmo. Foto R.Puig

Atardecer desde la terraza del hotel. Estocolmo. Foto R.Puig

Era la víspera del 9 de mayo, Día de Europa, y vinimos a Estocolmo a una reunión de jubilados, suecos o residentes en Suecia, que tenemos en común el haber trabajado durante años para las instituciones europeas, un encuentro con el que se conmemoraban los diez años de la asociación.

Nos alojamos en un hotel frente a la estación central poco concurrido entre domingo y lunes. Frente a la ventana, por un lado la torre de la Iglesia de Santa Clara.

Por si nos dormimos. Foto R.Puig

Por si nos dormimos. Foto R.Puig

Por el otro lado las vistas al mayor sindicato socialista sueco, algo tan nacional e histórico como la Iglesia Nacional Sueca, la LO (Landsorganisationen), el sindicato socialista fundado en 1898.

Habitación con vistas al sindicato socialista. Estocolmo. Foto R.Puig

Habitación con vistas al sindicato socialista. Estocolmo. Foto R.Puig

No muy lejos de ahí, un mes antes, un terrorista fanático había asesinado y herido a tranquilos viandantes con un camión, antes de estrellarlo contra una esquina de esos almacenes Åhléns que se ven a la izquierda de la foto.

Estocolmo a vista de hotel. Foto R.Puig

Estocolmo a vista desde el hotel. Foto R.Puig

En la Klara Kyrka…

Y ello a pesar de que el ojo de Dios sigue mirando a los fieles desde el púlpito de la Iglesia de Santa Clara

El ojo de Dios nos vigila. Púlpito de Santa Clara. Estocolmo. Foto R.Puig

El ojo de Dios nos vigila entre las nubes. Púlpito de Santa Clara. Estocolmo. Foto R.Puig

y de que la discípula del pacífico Francisco de Asís sigue rezando desde las vidrieras de la iglesia que lleva su nombre

Santa Clara Ora pro Nobis. Foto R.Puig

Santa Clara Ora pro Nobis. Foto R.Puig

Por los mausoleos de su iglesia, nada nuevo bajo el sol, revolotea una jugadora del equipo de los nóvísimos.

Se presente calva

La muerte revolotea. Estocolmo. Foto R.Puig

La muerte alada. Estocolmo. Foto R.Puig

o se calce un peluquín,  sigue siendo la Parca.

La muerte con peluca. Foto R.Puig

La muerte con peluca. Foto R.Puig

En estos tiempos en que el amo del maletín nuclear exhibe una melena del color de la paja seca, quizás habría que actualizar la imaginería de los templos.

…y en lo que fue su cementerio

Quienes tienen otras preocupaciones son estos migrantes europeos en busca de cobijo. Ella está al teléfono, probablemente exponiendo sus cuitas, mientras quien la acompaña, cuyos zapatos asoman bajo la manta, duerme a pierna suelta, recostando la cabeza sobre las bolsas de plástico con sus haberes

Tras una noche al raso a la sombra de Santa Clara. Foto R.Puig

Tras una noche inquieta a la sombra de Santa Clara. Foto R.Puig

Estamos en el jardín de Santa Clara, que fue en otros tiempos cementerio. La verja de un mausoleo descuidado sirve de tendedero.

Mausoleo tendedero en el jardín de Santa Clara. Foto R.Puig

Mausoleo tendedero en el jardín de Santa Clara. Foto R.Puig

Más franciscana la vida no puede ser.

La Iglesia de Santa Clara. Foto R.Puig

La Iglesia de Santa Clara. Foto R.Puig

A pocos pasos mismamente, el poeta nacional, Michael Bellman, no parece inmutarse ante esta estampa de la Estocolmo contemporánea.

Lo enterraron en este kyrkogården (cementerio), pero, como murió arruinado y alcoholizado, sin dinero para una lápida que señalase la fosa, sus huesos no se han podido localizar.

Estela de Michael Bellman en el jardín de Santa Clara. Foto R.Puig

Estela de Michael Bellman en el jardín de Santa Clara. Foto R.Puig

De modo que a nuestros nómadas de hoy no les diremos que están tumbados sobre el mismo césped que el fantasma de un poeta, libertino y bebedor, embruja.

La Casa de los Médicos

Frente a ese mismo jardín hay un edificio solemne, la Casa de la Sociedad Sueca de Médicos (Läkarsällskapet). En el muro, flanqueando su portal, unos bajorrelieves de Christian Eriksson nos hablan de la visión patriarcal de la medicina en 1906, que es cuando se inauguró el edificio.

El galeno que toma notas reposa su pie sobre la mesa en la que yace el pedagógico cadáver, mientras el catedrático, en pleno despiezo, está extrayendo un órgano que no es fácil identificar.

A sus espaldas un discente se ajusta las gafas mientras respira algo sofocado y un asistente sostiene una bacinica, suponemos que para que el catedrático pueda lavarse las manos.

Bajorrelieve quirúrgico. Casa de los Médicos. Estocolmo. Foto R.Puig

En la sala de disecciones. Casa de los Médicos. Estocolmo. Foto R.Puig

Era una época en la que el flagelo de la tuberculosis castigaba a la población y esas mujeres a las que aquí auscultan no parece que tuvieran los medios para irse a un sanatorio de los Alpes. Todavía faltaban muchos años para el descubrimiento de la penicilina.

Susana y compañeras auscultadas por los viejos doctores. Foto R.Puig

Susana y compañeras auscultadas por los viejos doctores. Foto R.Puig

Luego volveremos, pero antes salgamos a airearnos…

Un paseo

Desde el puente de Djurdsgarden. Estocolmo.Foto R.Puig

Desde el puente de Djurgården. Estocolmo.Foto R.Puig

Fue un paseo que les recomiendo si es que un día van a Estocolmo. Comienza en el puente que cruza desde el distrito de Östermalm a Djurgården frente al Nordiska Museet.

Vale la pena comenzar por la visita del enorme y muy interesante Museo Nórdico, que dejaremos para otro día. Si nos dejamos arrastrar por la curiosidad, puede llevarnos dos o más horas.

El Museo Nórdico y el embarcadero. Estocolmo.Foto R.Puig

El Museo Nórdico y el embarcadero. Estocolmo. Foto R.Puig

A partir de ahí, caminando con sosiego por Rosendalsvägen y disfrutando de la orilla del golfo de Djurgårdsbrunnen (la fuente de la granja de los animales), se van descubriendo las vistas sobre el agua a la izquierda y los edificios históricos de la zona de la colina del Rosendalslott a la derecha, territorio de descanso tradicional de la monarquía sueca.

De paseo en tarde nublada por Rosendalsvägen. Estocolmo. Foto R.Puig

De paseo en tarde nublada por Rosendalsvägen. Estocolmo. Foto R.Puig

Encontramos esculturas románticas, como esta de una famosa soprano sueca

Jenny Lind por Erik Rafael Radberg. 1924. Estocolmo. Foto R.Puig

Jenny Lind por Erik Rafael Radberg. 1924. Estocolmo. Foto R.Puig

o la de la invitación a la Paz

PAX. Rosendalsvägen. Estocolmo. Foto R.Puig

PAX. Rosendalsvägen. Estocolmo. Foto R.Puig

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Entre los edificios del siglo XVIII, destaca, aunque en pésimo estado de conservación, la Mansión de Siri. Así la apodaba Sten Abrahm Piper, el Chambelán de Gustavo III, a quien el rey se la cedió en usufructo.  Siri era el perro favorito del este alto cortesano real.

O tempora, o mores.

La Mansión de Siri. Estocolmo. Foto R.Puig

La Mansión de Siri. Estocolmo. Foto R.Puig

Andando, andando llegaremos al puente sobre el canal, que no sé si desemboca o comienza  en el extremo del golfo de Djurgårdsbrunnen

Canal del golfo de Djurdsgarden. Estocolmo. Foto R.Puig

Canal del golfo de Djurgårdsbrunnen. Estocolmo. Foto R.Puig

Puente de acceso a Ladugardsgardet desde Djurdgarden. Estocolmo. Foto R.Puig

Puente de acceso a Ladugårdsgårdet desde Djurgården. Estocolmo. Foto R.Puig

Cruzando el puente entramos en el Ladugårdsgårdet (otra antigua propiedad agraria) y podremos seguir una buena hora bordeando la otra orilla por la Avenida de Folke Bernadotte, el “barrio diplomático”, el Parque Nobel y la Strandvägen, hasta Nybronplan, o tomar un autobús que es lo que hicimos nosotros.

Pero no olvidemos el evento al que habíamos venido…

.

Nuestra reunión de jubilados

Los organizadores habían contratado el amplio salón de la Casa de la Sociedad Médica Sueca. Lugar elegante y comida sobria con buffet al estilo escandinavo.

La noticia del día era que Francia había votado por un candidato europeista y moderado, cerrando el paso a los viejos demonios del neofascismo lepenista. El futuro no va a ser fácil, pero una gran parte de los jóvenes franceses apoyan la difícil apuesta por gente nueva, descartando opciones rancias. No soy quien para erigirme en analista de la nueva etapa que se abre para Francia. Sólo pienso que si los franceses logran hacer los cambios que necesitan, Europa también saldrá beneficiada. Así que prefiero referirme a alguien que sí merece que se le escuche,  Jean-Marie Colombani.   Hace dos días se expresaba así.

En cuanto a nosotros, durante la comida tuvimos la sorpresa de que la cantante finlandesa Arja Saijonmaa nos obsequió con su canción “Yo quiero vivir en Europa”

Comida con Arja Saijonmaa. Casa de los Médicos. Estocolmo. Foto R.Puig

Comida con Arja Saijonmaa. Casa de los Médicos. Estocolmo. Foto R.Puig

Acto seguido, ella, que ya ha cumplido 72 años, rejuveneció este salón vetusto con su versión en sueco de “Gracias a la vida” de Violeta Parra.  Así  que al son de “Jag vill tacka livet” me despido por hoy, dejándome para otro día en el tintero algunas otras cosas de Estocolmo.

Jag vill tacka livet 
Jag vill tacka livet
som gett mig så mycket.
Det gav min två ögon
och när jag dem öppnar
kan jag klart urskilja
det svarta från det vita
och högt där uppe
himlens mantel strödd med stjärnor.
.
Jag vill tacka livet
som gett mig så mycket.
Det har gett mig hörseln
som i all sin vidhet
fångar natten och dagen,
syrsor och små fåglar,
tubiner, hammare, ett hundskall
och ett ösregn
och röstens ömhet hos den jag älskar.
.
Jag vill tacka livet
som gett mig så mycket.
Det har gett mig ljudet
och hela alfabetet
så att jag fick orden
för tankarna jag tänker,
moder, vän och broder, ljuset som upplyser
den karga väg min älsklings själ ska vandra.
.
Jag vill tacka livet
som gett mig så mycket.
Det gav mig lång vandring
för så trötta fötter
genom djupa vatten,
jag gick genom städer,
över stränder, berg, öknar och på stäppland
hem till ditt hus och dina gröna ängar.
.
Jag vill tacka livet
som gett mig så mycket.
Det gav mig ett hjärta
som i grunden darrar
när jag ser på fruken
av det hjärnan skapar,
och det goda långt borta från det onda
när jag ser in i dina klara ögon.
.

Jag vill tacka livet
som gett mig så mycket.
Det har gett mig skrattet,
det har gett mig smärtan
så att jag kan skilja lycka ifrån sorgen,
de två ting som skapar alla mina sånger
och mina sånger som är era sånger
och alla sånger som är samma sånger.

Gracias a la vida

Violeta Parra 

Gracias a la vida que me ha dado tanto

Me dio dos luceros, que cuando los abro

Perfecto distingo lo negro del blanco
Y en el alto cielo su fondo estrellado
Y en las multitudes el hombre que yo amo

.

Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado el oido que en todo su ancho
Graba noche y dia, grillos y canarios
Martillos, turbinas, ladridos, chubascos
Y la voz tan tierna de mi bien amado

Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado el sonido y el abecedario
Con el las palabras que pienso y declaro
Madre, amigo, hermano, y luz alumbrando
La ruta del alma del que estoy amando

Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado la marcha de mis pies cansados
Con ellos anduve ciudades y charcos
Playas y desiertos, montanas y llanos
Y la casa tuya, tu calle y tu patio

Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me dio el corazon que agita su marco
Cuando miro el fruto del cerebro humano
Cuando miro al bueno tan lejos del malo
Cuando miro al fondo de tus ojos claros

Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto
Asi yo distingo dicha de quebranto
Los dos materiales que forman mi canto
Y el canto de ustedes que es mi mismo canto
Y el canto de todos que es mi propio canto
Gracias a la vida que me ha dado tanto

 

 

 

 

 


De dos días en Estocolmo (II): en el Museo Nórdico

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Carl MIlles. Gustaf Vasa. Nordiska Museet.Foto R.Puig.JPG

Carl Milles. Gustav Vasa I. Nordiska Museet. Foto R.Puig

 

Decididamente Carl Milles hizo bien en pasarse a la piedra y al bronce. Aunque, de todos modos, esta escultura de Gustav Vasa (1496 – 1560) más me parece un experimento irónico que un homenaje al contradictorio amo de vidas y haciendas que dominó Suecia con mano de hierro (y preocupación por su propio bolsillo) durante casi cuarenta años. Causó sensación en su primer formato en escayola en 1907, por cierto estupendamente policromada por la mujer del escultor Olga Milles. La colaboradora -en este caso esposa- de este discípulo atípico de Rodin también dejó de lado una carrera prometedora como pintora para consagrarse al genio del marido. Aunque, en la pareja de Carl y Olga no se produjera aquella laminación (podríamos decir succión) tan trágica que caracterizó la anulación del genio de Camille por Auguste, lo que sí es cierto es que el escultor sueco no hizo mucho por impulsar la obra pictórica de su esposa austriaca.

La siguiente y actual versión es de madera, también policromada, y sustituyó en 1925 a la de yeso que se estaba deteriorando.

¡Y a mí que me recuerda, salvando las distancias, al Enrique VIII (1491 – 1547) pintado por Hans Holbein el Joven! Al fin y al cabo, ambos monarcas fueron coetáneos y despóticos y, a juzgar por sus respectivas papadas (aunque mejor oculta por la barba la del sueco) y por sus torsos abultados, aficionados a banquetear.

Hans Holbein el Joven. Enrique VIII. Detalle

Hans Holbein el Joven. Enrique VIII. Detalle

Valga nuestra primera imagen de hoy para introducir la visita al Nordiska Museet de Estocolmo, pues lo primero que te encuentras nada más entrar es este voluminoso monarca, que intenta ser amenazante, aunque el viso cómico de esta obra de imaginería millesiana se lo impide.

Carl MIlles. Gustaf Vasa guarda la entrada. Nordiska Museet.Foto R.Puig

Carl Milles. Gustav Vasa guarda la entrada. Nordiska Museet.Foto R.Puig

Felizmente, el escultor no dedicó más tiempo a este tipo de tallas, que podrían muy bien presidir una falla valenciana. Habría que consultar las hemerotecas suecas para saber con que espíritu modeló su primer Gustav Vasa de escayola. Lo que pasa es que la sociedad de Estocolmo de los años veinte del siglo pasado se prodigó en ditirambos, con lo cual el escultor debió de pensar que su talla que, a mi juicio, escondía no poca retranca, debería a partir de ese momento ser tomado muy en serio, incluso por él mismo.

De Carl Milles hemos hablado ya varias veces y siempre con interés por la originalidad de su obra. Y de Gustav Vasa también. Pero como no quiero que los lectores se dejen influir por mi opinión, les ofrezco un escorzo de este monarca de leño para que se formen la suya propia.

Carl MIlles. Gustaf Vasa. Nordiska Museet. Foto R.Puig

Carl MIlles. Gustav Vasa. Nordiska Museet. Foto R.Puig

Pero me ronda otra pregunta: ¿y si el expresionismo medieval del rostro de Gustav Vasa estuviese inspirado por el de nuestro Patrón de España que los peregrinos se afanan por abrazar al final de “el Camino”?

Letizia abraza al Santo. Detalle. Fuente Reuters

Letizia abraza al Santo. Detalle. Fuente Reuters

Espero que mis lectores gallegos no me acusen de falta de respeto. Seguramente el tallista medieval se aplicó con seriedad y sin segundas intenciones a dar rostro a la santidad de Santiago Apóstol. Eran otros tiempos y otros cánones.

Sápmi

Pero ya que hemos retrocedido algunos siglos, me referiré a una de las áreas temáticas del museo que más me han interesado y, diré más, emocionado: la que se refiere a los Sami y al territorio Sápmi (de los Sami). Antiguamente se les llamó lapones y habitantes de LaponiaAquí hemos hablado algo sobre ellos.

Lapponia. según Olaus Magnus. 1572 (1539). Nordiska Museet

Lapponia. según Olaus Magnus. 1572 (1539). Nordiska Museet

No podría reseñar todo lo que en este museo se aprende y se recuerda, incluida la historia de colonización, racismo y discriminación que durante siglos les vino impuesta a los Sami, los pobladores más antiguos del norte y del centro de Escandinavia.

Biólogo Racial tomando medidas a un varón sami. Nordiska Museet.

Biólogo Racial tomando medidas a un varón sami. Nordiska Museet.

Pero es que además no dispuse del tiempo que hubiera necesitado para detenerme en todas las secciones de este área. La de lo Sami es una historia legendaria

Portada de Lapponia de Iohannes Schefferus. Frankfurt. 1573 Nordiska Museet.

Portada de Lapponia de Iohannes Schefferus. Frankfurt. 1573 Nordiska Museet.

Una visita a este museo ayuda a aproximarse a los distintos aspectos de la misma y a la forma en que siguen conservando y adaptando su cultura a los desafíos de nuestra época.

Sami y Sapmi

Sami y Sapmi

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El Museo es un repaso a la cultura y costumbres suecas a los largo de varios siglos. La parte dedicada al diseño y al mobiliario merece una tranquila visita, por no hablar de la evolución de las formas de disponer la mesa, la de los más modestos y la de los más afortunados.

La hora de los postres. Nordiska Museet. Foto R.Puig.JPG

La hora de los postres. Nordiska Museet. Foto R.Puig

Estas no eras mesas socialdemócratas, ni la mantelería y la vajilla eran de IKEA.

La hora de los postres. Nordiska Museet. Foto R.Puig.JPG

La hora de los postres. Nordiska Museet. Foto R.Puig.

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El Museo Nórdico responde al gusto por la arquitectura neo-medieval, hibridada con la neo-renacentista, que caracterizó muchos edificios monumentales suecos de fines del siglo XIX, siguiendo una tendencia dominante en el norte de Alemania y en Dinamarca.

Nordiska Museet. Nave central. Foto R.Puig

Nordiska Museet. Nave central. Foto R.Puig

Basta con descender por sus escalinatas hacia la salida para apercibirse.

Nordiska Museet. Escalinatas. Foto R.Puig

Nordiska Museet. Escalinatas. Foto R.Puig

Nordiska Museet. Foto R.Puig

Nordiska Museet. Foto R.Puig

El próximo domingo hablaremos de los pájaros de colores…

Antes de acbar, he de reconocer que voy con retraso. Con esto de publicar sólo los domingos, mis crónicas se van estirando, pero me disculparán que no salga más a menudo al éter. El blog es para la vida y no la vida para el blog. Y eso que hasta la Real Academia de la Lengua Española tiene blogs:  los blogs de la RAE.  Por cierto, así es como nuestro venerable diccionario lo define: “sitio web que incluye, a modo de diario personal de su autor o coautores, contenidos de su interés, actualizados con frecuencia y a menudo comentados por los lectores”. También se aceptan “bloguero” y “bloguera” y, por supuesto, “sitio web”.

Bueno, pues este bloguero se aleja de los atardeceres del mediterráneo alicantino

Atardecer 16 de mayo 2017. Playa Almadrava. Els Poblets. Foto R.Puig

Atardecer 16 de mayo 2017. Playa Almadrava. Els Poblets. Foto R.Puig

y de sus atardeceres,

Amanecer 18 de mayo 2017. Playa Almadrava. Els Poblets. Foto R.Puig

Amanecer 18 de mayo 2017. Playa Almadrava. Els Poblets. Foto R.Puig

embarcado como está, rumbo a otras orillas de Mare Nostrum.

Pero no adelantemos acontecimientos


Días de piedra y polvo

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Palombara en la lejanía de la tarde bajo el monte Gennaro. Foto R.Puig

En estos días, el acceso a Internet de este bloguero ha estado limitado al teclado de su “androide” y al escaso tiempo que le ha dejado su participación en el “Simposio Internazionale di Scultura” de la Academia de Bellas Artes de Roma y el Comune de Palombara Sabina  (Lazio).

Están siendo días de polvareda. Esculpimos al aire libre. Hemos venido no sólo de Roma, sino de la Facultad de Bellas Artes de Altea en España.

Esculpiendo en los talleres Santucci de Palombara. Foto R.Puig

El próximo domingo podré abundar en esta nueva celebración del “Lapis Tiburtinus”. Hoy estoy luchando con el “tecladito de dedito del telefonito”. Mis lectores disculparán.

Por ahora les dejo con la imagen de mi “Aretusa”, acompañado por los escultores españoles que, venidos de Altea, están participando.

Eva, Raquel, Joan y el interfecto

 



Aretusa

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Aretusa surge de las aguas. Travertino romano. R.Puig

Aretusa surge de las aguas. Travertino romano. R.Puig

Hace pocas horas hemos llegado de Roma a Els Poblets por carretera. Tres días de viaje. Al parecer la náyade Aretusa tardaba menos en nadar por las aguas subterráneas desde el Peloponeso hasta Sicilia, donde es tradición que asomó al final de su viaje por una fuente de la isla de Ortigia. En la Grecia Antigua se consideraba que todas las aguas estaban intercomunicadas.

Esta ninfa, hija de divinidades marinas, podía ser benéfica o exhibir un genio punitivo si se mancillaban las fuentes medicinales bajo su responsabilidad. Mi intento al esculpir su rostro durante los días pasados en Palombara Sabina, en el Lazio, era mostrarla afable y acogedora, amparadora de las aguas termales que fluyen de sus órbitas. Pero el travertino romano es una piedra reacia y no se ha dejado. Mi intento de hacer sonreír  a la ninfa en el momento de aflorar a la superficie de la fuente se ha saldado con una expresión crítica, el rictus de un ser escéptico que aún no se ha formado un juicio ante al espectáculo que los seres humanos le ofrecen tras su viaje subacuático.

Hoy tocaba hablar de Roma y del desarrollo del Simposio de Palombara Sabina.  El tiempo, los medios disponibles durante mi viaje y, sobre todo, Aretusa han dispuesto que tengamos que aplazar esas crónicas. Además, ayer, durante la etapa en Francia abrí las páginas de Le Monde y las imágenes que encontré justificarían mucho más que el rictus de Aretusa.

Como desde Mossul escribe Remy Ourdan y testimonia más que las palabras la foto de Laurent Van Der Stockt :

El 2 de junio centenas de civiles huían de los últimos barrios en manos de Daesh

Los civiles surgen de las puertas, de las callejuelas, de todas partes a la vez. Están demacrados, el rostro céreo. Algunos heridos, tullidos.

2 de junio en Mosul. Foto Laurent Van Der Stockt. Le Monde 10 de junio 2017. Detalle

2 de junio en Mosul. Foto Laurent Van Der Stockt. Le Monde 10 de junio 2017. Detalle

…todavía bajo los disparos, un hombre se abre paso en la calle, se encarama a la carcasa de de un vehículo  y tira de una anciana y luego de un niño. Solo de repente, el niño, iluminado por las llamas de un camión que aún arde, la boca abierta, parece ahogarse en la escena dantesca que le rodea

2 de junio en Mosul. Foto Laurent Van Der Stockt. Le Monde 10 de junio 2017. Detalle

2 de junio en Mosul. Foto Laurent Van Der Stockt. Le Monde 10 de junio 2017. Detalle

Una de las últimas fotos que tomé en Roma hace cinco días era la de una una representación ideal y heroica de las victorias de la guerra en el Puente Vittorio Emanuele II

La historia ideal de las guerras. Roma. Foto R. Puig

La imagen ideal de las guerras. Roma. Foto R. Puig

Una acumulación de cuerpos heroicos y hermosos marchando con la antorcha del triunfo sobre el cuerpo de los vencidos…

La realidad ha sido siempre y es muy diferente

2 de junio en Mosul. Foto Laurent Van Der Stockt. Le Monde 10 de junio 2017. Detalle

2 de junio en Mosul. Foto Laurent Van Der Stockt. Le Monde 10 de junio 2017. Detalle

No hay cuerpos triunfantes en las guerras

2 de junio en Mosul. Foto Laurent Van Der Stockt. Le Monde 10 de junio 2017. Detalle

2 de junio en Mosul. Foto Laurent Van Der Stockt. Le Monde 10 de junio 2017. Detalle

….

Sé que había anunciado una crónica diferente, pero, del mismo modo que me he permitido reproducir unas imágenes y unos textos de los enviados especiales de Le Monde en Irak, para acabar le robo a Fernando Savater el título de uno de sus libros y concluyo pidiendo que perdonen las molestias.


Referencia: Remy Ourdan et Laurent Van Der StocktLes damnés de Mossul, Le Monde, 10 juin 2017, pp. 14 -15

 

 

 


Con el mazo dando. Simposio Internacional de Escultura (26 de mayo-4 de junio 2017) en Palombara Sabina.

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Palombara Sabina desde el Castiglione. Foto R.Puig

Palombara Sabina desde las alturas de “il castiglione”. Foto R.Puig

Tras no pocos desvelos, tres escultores propuestos por la Facultad de Bellas Artes de Altea, acompañados y asesorados por la escultora y profesora de Escultura Raquel Puerta Varó, a quien se debe que esta colaboración académica internacional se haya cumplido, hemos participado en el taller internacional de escultura ambiental que cada año organiza la profesora de la Academia de Bellas Artes de Roma Oriana Impei. El tema de este año ha sido “Los cuatro elementos de la naturaleza: Agua, Aire, Fuego y Tierra”.

Eva Martí y Joan Esquerdo, mucho más jóvenes que quien esto escribe, se han medido con grandes bloques de travertino romano (lapis tiburtinus) más altos que ellos mismos. En mi caso, esta vez, he esculpido una pieza más pequeña que la que realicé en 2011, más acorde con las energías de un anciano. La profesora Puerta nos ha asistido activamente en el taller al aire libre bajo un sol de justicia.

En la foto aparecen algunos de los escultores de Altea y Roma. La he elegido porque incluye con prestancia a todos los españoles que hemos currado en estos días de piedra y polvo.  De derecha a izquierda: Oriana Impei, Joan Esquerdo, Raquel Puerta, Matthias Omahen, extraordinario escultor y grafista, Eva Martí, Maurizio Gubbiotti presidente di Romanatura, Isik Özcelik, Stefano Pischiutta, Amedeo Porru, Cristiana Avenali Consejera Regional para la Valorización del Territorio y Ramón Puig de la Bellacasa.

Escultores españoles en el simposio de Palombara Sabina con compañeros italianos y la Profesora Impei

Escultores españoles e italianos y las Profesoras  Impei y Puerta Varó.

Este año el Simposio Internazionale di Scultura que organiza y dirige Oriana Impei se produjo por segunda vez en Palombara Sabina, con el activo patrocinio y la ayuda del Asessorato a la Cultura de este Municipio a poco más de una hora de Roma, en tierras del Lazio, en las estribaciones de los Montes Lucretili. En paralelo se instaló la Mostra di Arte Coesione con obras de profesores, escultores y alumnos de Altea y Roma en el Castello Savelli.

La participación española se ha ido gestando a lo largo de más de dos años y se puso en marcha a partir de setiembre del 2015, cuando la profesora Impei  (en cuyo curso de escultura en lapis tiburtinus y simposio de escultura ambiental tuve la gran suerte de participar durante mi año Erasmus en Roma en 2010-2011) impartió un seminario sobre “La escultura ambiental y los parques-museo de escultura contemporánea en Italia” en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Miguel Hernández en el campus de Altea.

El alma de aquel encuentro fue la profesora de escultura de Altea Raquel Puerta Varó.

Raquel Puerta Varó. Vestigium. Piedra jabón Foto R.Puig

Raquel Puerta Varó. Vestigium. Piedra jabón Foto R.Puig

Boceto en arcilla de Aretusa. R.Puig

Boceto en arcilla de Aretusa. R.Puig

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Palombara Sabina

A esta milenaria villa fortificada, en la provincia de la Sabina Romana. se llega a través de la campiña del Lazio, entre olivos y frutales, sin que falten praderas virgilianas dignas del poeta y de sus pastores

Tityre, tu patulae recubans sub tegmine fagi
siluestrem tenui Musam meditaris auena

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Titiro, tú, a la sombra del haya frondosa recostado

con tu flauta suave a la Musa del bosque invocas

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(Virgilio, Primera bucólica, traducción propia)

Campos de la Sabina Romana. Foto R.Puig

Campos de la Sabina Romana. Foto R.Puig

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Con el mazo dando

Pero no hemos venido a recostarnos sobre la hierba ni a la sombra de un árbol sino a trabajar duro en el taller al aire libre de la empresa Santucci Marmi con esa piedra eterna de Roma donada por las canteras de Tivoli, gracias al Centro para la Valorización del Travertino Romano.

Aspecto del taller en plena faena. En primer plano Solmaz Vilkachi asistida por Matthias Omahen bajo la mirada de Emilio Santucci. Foto R.Puig

De espaldas Solmaz Vilkachi asistida por Matthias Omahen y Emilio Santucci. Foto R.Puig

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Emilio Santucci reposicionando el bloque de Joan Esquerdo con este e Isik Özçelik

Emilio Santucci recolocando el bloque de Joan Esquerdo con éste e Isik Özçelik. Foto Raquel Puerta Varó

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Nos hospedamos de forma espartana en el recinto del Castello Savelli. El alojamiento y los de manutención en bares y restaurantes del pueblo se debieron a los buenos oficios del Asesor de Cultura Daniele Onestà y a los desvelos de la Profesora Impei.

Desde su patio de armas se goza de un panorama excepcional de los campos de la provincia, en particular de los pueblos de Montecelio y Sant’Angelo Romano

Castello Savelli. Arco de entrada al patio de armas. Foto R.Puig

Castello Savelli. Arco de entrada al patio de armas. Foto R.Puig

Cada mañana bajábamos en grupo a desayunar en alguno de los bares del pueblo que patrocinan el Simposio y de allí directos al cantiere.

Amedeo Porru, Eva Martí e Isik Öçelik, descansan al final de la jornada. Foto R.Puig

Amedeo Porru, Eva Martí e Isik Özçelik en el patio de armas del Castillo Savelli. Foto R.Puig

El trabajo comenzó el 26 de mayo, con la asistencia logística y el ilimitado saber hacer de Emilio Santucci, con su tractor dotado de una poderosa pala o con el brazo mecánico, con los que mueve, coloca, cambia de posición los bloques de travertino.  Emilio, es un experto que trabaja varios días por semana en la restauración de piedras antiguas en los Museos del Vaticano y gestiona con su primo Massimo Santucci los bicentenarios talleres, fundados por escultores académicos romanos en Palombara Sabina a principios del siglo XIX que, como empresa Santucci Marmi, les han sido traspasados por el padre Patrizio Santucci, que es quien mientras me comentaba el estado de sus plantas de tomates y basílica, me contó la historia del lugar.

Los talleres están rodeados de cerezos y olivar del que la familia extrae todos los años ese excelente aceite de oliva que caracteriza, entre otras virtudes, a la provincia de la Sabina Romana.

El ruido es constante, trabajamos con todos los artilugios de protección para el trabajo con la piedra, manejando martillos neumáticos, radiales, taladros, además de las mazas y los escalpelos y gradinas manuales, cortando, desbastando, tallando, puliendo.

Joan Esquerdo trabajando con su obra.

Joan Esquerdo trabajando con su obra. Foto Raquel Puerta Varó

Se parte de los bocetos que hubo que presentar al Comité encargado de la selección de los proyectos finales, ocho grandes esculturas y la mía menor fuera de concurso.

Amedeo Porru trabajando en su Maternidad. Foto R.Puig

Amedeo Porru trabajando en su Maternidad. Foto R.Puig

Eva Martí en plena tarea. Foto R.Puig

Eva Martí en plena tarea. Foto R.Puig

a de Matthias Omahen y la profesora Raquel Puerta Varó. Foto R.Puig

Joan Esquerdo, Matthias Omahen y la profesora Raquel Puerta Varó. Foto R.Puig

El cuatro de junio se concluyeron las obras y se trasladaron a su emplazamiento permanente en diversos lugares ad hoc del municipio de Palombara.

El camión-pluma y la pala mecánica de Emilio Santucci desempeñaron su papel indispensable en las idas y venidas desde el principio del proyecto hasta su finalización.

"Sinopsis" o La ventana del aire de Joan Esquerdo sobre el camión camino de su instalación en lo alto del Castiglione. Foto R.Puig

“Sinopsis” de Joan Esquerdo  camino de su instalación. Foto R.Puig

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En el núcleo urbano de Palombara

En un amplio espacio circular ajardinado, cerca del estadio y de los terrenos feriales de Palombara Sabina se instalaron varias de las obras, con una ceremonia de presentación al público.

Entre ellas la de Eva Martí, escultora licenciada por la Facultad de Bellas Artes de Altea. Ha expuesto ya obra de temática conceptual y obra minimalista y simbólica en mármol.

Eva Martí. Los cuatro elementos. Faz del agua. Foto R.Puig

Eva Martí. Los cuatro elementos. Faz del agua. Foto R.Puig

En Palombara Sabina se quedarán sus cuatro elementos, enriqueciendo para siempre este parque urbano.

va Martí. Los cuatro elementos. Faz del aire. Foto R.Puig

Eva Martí. Los cuatro elementos. Faz del aire. Foto R.Puig

Eva Martí. Los cuatro elementos. Faces de la tierra y el fuego. Foto R.Puig

Eva Martí. Los cuatro elementos. Faces de la tierra y el fuego. Foto R.Puig

 

 

 

Eva Martí junto a su obra Los cinco elementos de la naturaleza y las profesoras Oriana Impei y Raquel Puerta Varó y el Asesor de Cultura de Palombara Sabina. Foto R.Puig

Eva Martí junto a su obra Los Cuatro Elementos de la Naturaleza. las profesoras Oriana Impei y Raquel Puerta Varó y el Asesor de Cultura de Palombara Sabina Daniele Onesta. Foto R.Puig

 

Emilio Santucci con Eva Martí posicionando los Cuatro elementos de la escultora. Foto Matthias Omahen

Emilio Santucci con Eva Martí posicionando los Cuatro elementos de la escultora. Foto Matthias Omahen

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En el mismo entorno, la obra de Dangyong Liu, escultor y pintor que se ha formado en China y en la Academia de Bellas Artes de Roma con la profesora Impei, esculpida también en travertino, se completa con una figura vertical enteramente compuesta de piezas de hierro soldadas, provenientes de desechos de talleres mecánicos, recogidos y reciclados por el artista.

Dangyong Liu. Luna- Scimmia- Donna. Foto R.Puig

Dangyong Liu. Luna-Scimmia-Donna. Foto R.Puig

Se titula literalmente Luna-Mono-Mujer y tiene un sentido simbólico y mítico basado en tradiciones de la cultura china.

Dangyong Liu, que ha su llegada a Italia, como es costumbre aconsejar en los consulados chinos del país, escogió el nombre propio adicional de Edoardo y tiene una creatividad y un humor ilimitados.

Dangyong Liu. Luna Scimmia Donna. Detalle. Foto R.Puig

Dangyong Liu. Luna-Scimmia-Donna. Detalle. Foto R.Puig

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En el mismo espacio se ha emplazado la escultura Finestra de Isik Özçelik, escultor formado en Turquía, su país de origen, y en la Academia de Roma. Es un artista extremadamente competente que, con su gran destreza y dominio técnico, se ha desvivido por ayudar a todo el grupo.

Representa una ventana, precedida de una escalinata, a través de la cual se asciende con la mirada al “castiglione” y a las ruinas de una fortificación secular que preside el pueblo desde una colina, y en cuya subida están instaladas la escultura de Joan Esquerdo y otras que se esculpieron en la primera edición del Simposio en 2012.

Isik Öçelik. Finestra. Detalle. Foto R.Puig

Isik ÖZçelik. Finestra. Detalle. Foto R.Puig

Es  un guiño a la arquitectura medieval y renacentista y a los mitos de la ascensión mística.

Isik Öçelik junto a su obra Finestra. Foto R.Puig

Isik Özçelik junto a su obra Finestra. Foto R.Puig

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Por los alrededores de Palombara

El transporte e instalación también corre a cargo de Emilio Santucci

Emilio Santucci preparando las esculturas en su camión llevarlas a sus emplazamientos. Foto Oriana Impei

Emilio Santucci a punto de trasladar tres de las esculturas a su emplazamiento. Foto Oriana Impei

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La Meditación líquida de Stefano Pischiutta ha quedado emplazada en el recinto de las Termas de Cretone dentro del territorio municipal de Palombara Sabina.

Stefano Pischiutta. Meditazione liquida. Foto Oriana Impei

Stefano Pischiutta. Meditazione liquida. Foto Oriana Impei

Stefano Pischiutta explica su obra Meditazione liquida. Foto R.Puig

Stefano Pischiutta explica su obra Meditazione liquida. Foto R.Puig

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La Maternidad de Amedeo Porru se ha instalado frente a la escuela de Cretone

Amedeo Porru con su obra Matermitá. Foto R.Puig

Amedeo Porru con su obra Maternitá. Foto R.Puig

Amedeo Porru y Emilio Santucci instalando la Matermitá del primero. Foto Oriana Impei

Amedeo Porru y Emilio Santucci instalando la Maternitá del primero. Foto Oriana Impei

 

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Legami (Vínculos) de Antonello Santilli se sitúa junto a un olivo milenario en el comienzo de la ruta franciscana en las afueras de Palombara Sabina

Antonello Santelli. Legami. Foto Orian Impei

Antonello Santelli. Legami. Foto Orian Impei

 

Antonello Santilli con su obra Legami acompañado por la Profesora Impei. Foto R.Puig

Antonello Santilli y su obra Legami con la Profesora Impei. Foto R.Puig

Antonello Santilli. Legami. Detalle. Foto R.Puig

Antonello Santilli. Legami. Detalle. Foto R.Puig

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Rodeada del paisaje entre Palombara Sabina y Cretone, al caer la tarde, se emplazó la obra Passus de la escultora Solmaz Vilkachi.

Solmaz Vilkachi. Passus. Foto Solmaz Vilkachi.

Solmaz Vilkachi. Passus. Foto Solmaz Vilkachi.

Presentes en la instalación de izquierda a derecha, Raquel Puerta Varó, Eva Martí, Solmaz Vilkachi, Oriana Impei, Daniele Onestà, Isik Özçelik, Joan Esquerdo y Amedeo Porru. Foto Matthias Omahen

Solmaz Vilkachi con escultores y las profesoras de Italia y España y el Asesor de Cultura.

Solmaz Vilkachi con escultores y las profesoras de Italia y España y el Asesor de Cultura.

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Finalmente, Sinopsis del escultor Joan Esquerdo, licenciado por la Facultad de Bellas Artes de Altea, está emplazada en una colina que se eleva en el término municipal de Palombara Sabina y en la que también se pueden ver las esculturas realizadas en 2012 en el llamado “Percorso de Castiglione”.  

Joan es también un reconocido y premiado ceramista (técnico superior en Artes Plásticas y Diseño en la especialidad de Cerámica) de Benissa (Alicante)

Su una obra de carácter constructivista domina el hermoso panorama de Palombara Sabina y otras colinas pobladas y la llanura del Lazio. En días claros se divisa Roma.

Joan Esquerdo junto a su obra Sinopsis instalada sobre Palombara Sabina. Foto Raquel Puerta

Joan Esquerdo y su obra Sinopsis instalada sobre Palombara Sabina. Foto Raquel Puerta Varó

Es una composición de elementos cubistas que se sostienen y se oponen abriendo una ventana a la contemplación de Palombara Sabina.

Sinopsis de Joan Esquerdo. Un ventana abierta sobre Palombara Sabina. Foto Joan Esquerdo

Sinopsis de Joan Esquerdo. Un ventana abierta sobre Palombara Sabina. Foto Raquel Puerta Varó

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Aretusa ya está en España

Esta vez, mi escultura, como no supera la tonelada, ha viajado a España conmigo. No sé aún en qué lugar de un jardín llorará aguas medicinales de sus ojos fuente. Espero en todo caso que sea benigna con nosotros…

El autor del blog con su escultura Aretusa. Foto Raquel Puerta Varó

El autor con su escultura Aretusa. Foto Raquel Puerta Varó

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Colofón

Para sintetizar lo que han sido diez días de un grupo internacional de escultores bajo la dirección de dos profesoras escultoras, Oriana Impei de la Accademia di Belle Arti de Roma y Raquel Puerta Varó de la Facultad de Bellas Artes de Altea (Universidad Miguel Hernández de Elche), luchando con toneladas de travertino romano bajo el sol del Lazio, para dejar un testimonio permanente de la pasión creativa sobre una piedra eterna en tierras de la Sabina Romana, me quedo con esta foto de la aparentemente frágil escultora iraní, formada y residente en Roma, Solmaz Vilkachi, agotada pero contenta.

Todo un símbolo de la Europa de la creación abierta al mundo. La Europa que queremos.

Solmaz Vilkachi agotada pero feliz. Foto Oriana Impei

Solmaz Vilkachi agotada pero feliz. Foto Oriana Impei

Hasta la próxima

El Travertino Romano es la piedra de Roma desde la Antigüedad y lo sigue siendo. Sus depósitos a 30 km. al este de Roma, en la zona de los Montes Albanos, abarcan 20 km cuadrados y tienen una profundidad media de 60 metros, alcanzándose en algunos lugares los 85 metros de espesor.

Por poner un ejemplo de la importancia que el Lapis Tiburtinus (Piedra de Tívoli), esta dura piedra calcárea, tiene para la Ciudad Eterna, recordaremos que tras la inundación de 1870 (17,5 metros sobre el curso habitual del río) se decidió construir a ambos lados del Tíber un borde elevado con murallas de esta piedra, los muraglioni, bajo los cuales hay aceras de ocho metros de ancho, con un recorrido total de ocho kilómetros. El sistema ha tenido éxito y las crecidas del río en Roma están hoy controladas tras los labores adicionales de desmonte de orillas ejecutados en 1937 y 1940.

Los muraglioni del Tiber también son de travertino romano. Foto R.Puig

Los muraglioni del Tiber también son de travertino romano. Foto R.Puig

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Y ya que aludimos a la capital de Italia, si algo no lo impide el próximo domingo escribiré de los días que pasamos en ella, pues no podíamos ir a Palombara Sabina, sin detenernos en Roma.

Piazza Navona. Foto R.Puig

Piazza Navona. Foto R.Puig

Por cierto, las bases rocosas de la fuente de los Cuatro Ríos de Gian Lorenzo Bernini ¡también son de travertino!


Referencias:  Para leer el Comunicado para los Medios de Comunicación que resume el Simposio y sus intervinientes “pinchar” aquí:  COMUNICATO STAMPA


Roma, siempre Roma… siempre escultura

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Subiendo las escalinatas de los Museos Capitolinos. Foto R.Puig

Desde las escalinatas de los Museos Capitolinos. Foto R.Puig

El 28 de mayo me refería en estas páginas a los pintores del primer ‘900 italiano, con ocasión de una mostra de la Galleria d’Arte Moderna de Roma (la municipal) que me dio pie a un paralelo con los pintores suecos de la misma época. Como las sucesivas entradas habrán hecho comprender a mis lectores más pacientes, el que suscribe estaba en Roma de paso hacia Palombara Sabina para participar en un simposio de escultura. Acabado el cual, pudimos seguir deambulando por Roma. De ambos tiempos surge esta crónica.

Además de algunas piezas que han llegado para la citada exposición, la Galería alberga una colección permanente de escultores, representativos de la primera mitad del siglo XX. Y se da el caso de que la Alegoría al valor militar de Vittorio Emanuele II de Italo Griselli, un grupo escultórico en travertino ya mostrada en este blog, se instalaba en 1912 en el puente que lleva el nombre del primer rey de la Italia unificada, que comandaba las tropas sardas en la batalla de San Martino en 1859 contra los austriacos.

Dónde está muerte tu victoria. Foto R.Puig

¿Dónde está -oh muerte- tu victoria? (1ª Corintios, 15, 55). Foto R.Puig

Contemplada frente a Castel Sant’Angelo esta alegoría tiene su miga, ya que ese mismo monarca “Padre de la Patria” fue excomulgado por Pio IX cuando en 1870 arrebató los Estados Pontificios a la Iglesia Católica y devolvió a los papas a sus labores, las que habían ido abandonando desde Costantino el Grande. Hay que reconocer que, aunque aquel papa tan dado a los anatemas y a los dogmas se enfureciera, la verdad es que a la Sede de Pedro le quitaron de encima muchos problemas y hoy tampoco Savonarola tendría tantos motivos para enrabietarse, además habría salvado el pellejo. Lo que es significativo es que, al otro lado del puente, el Arcángel San Miguel sigue reservándose la última palabra.

Hola Savonarola. Foto R.Puig

Hola Savonarola. Foto R.Puig

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Las esculturas en la Galería de Arte Moderno de Roma

Pero, volvamos a las esculturas de la Via Francesco Crispi. A principios del Novecento en Roma subsistió por un tiempo la onda simbolista del tardo Ottocento, como en esta obra de Giovanni Prini que refleja la influencia de El beso de Gustav Klimt.

Giovanni Prini. Los amantes. 1909-13. Mármol. Detalle Galería Comunal de Arte Moderno. Foto R.Puig

Giovanni Prini. Los amantes. 1909 -13. Mármol. Detalle. Foto R.Puig

Asistimos también a la representación de gentes del pueblo ennoblecidos por la modernización de la estatuaria romana como en las obras de Arturo Martini (1889-1947),

El pastor. Arturo Martini 1930. Terracota. Detalle. Galería Comunal de Arte Moderno. Foto R.Puig

El pastor. Arturo Martini 1930. Terracota. Detalle. Foto R.Puig

a un estilo arcaizante inspirado por la escultura etrusca

Marino Marini. Fragmento. 1929 30. Terracota. Galería Comunal de Arte Moderno. Foto R.Puig

Marino Marini. Fragmento. 1929 – 30. Terracota. Foto R.Puig

en la representación del cuerpo humano o de los animales

Marino Marini. Caballo. 1939. Bronce. Galería Comunal de Arte Moderno. Foto R.Puig

Marino Marini. Caballo. 1939. Bronce. Foto R.Puig

Particular es el caso de  Marino Marini, un artista nacido con el siglo, que evolucionó sin descanso, trabajando en materiales diversos, a través de las diversas corrientes escultóricas del siglo, hasta su muerte en 1980.

Marino Marini. Bañista. 1934. Peperino. Galería Comunal de Arte Moderno. Foto R.Puig

Marino Marini. Bañista. 1934. Peperino. Foto R.Puig

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La ascensión el Fascismo en Italia traerá consigo la dictadura y la destrucción

Desastres de una época. Del multimedia de la Accademia di Belle Arti di Roma.

Imagen del multimedia de la Accademia di Belle Arti di Roma

Las directrices artísticas del régimen de Mussolini ocultaban los abismos en los que Italia y Europa se adentraban.

El campesino en su tarea se representa como un Hermes apolíneo, recio e impasible en su ademán, análogo a los atletas del Estadio Olímpico de Roma.

Ercole Drei. El sembrador. 1937. Bronce. Detalle Galería Comunal de Arte Moderno. Foto R.Puig

Ercole Drei. El sembrador. 1937. Bronce. Detalle. Foto R.Puig

La imagen de la raza ha de inspirarse en modelos clásicos. Para la mujer se condensan en la figura de Venus, ajena a la contienda que se desencadena en Europa y en la que Italia se zambulle inconsciente bajo la guía del Duce.

Guido Galletti. Venus con tres amorcillos. 1939. Detalle. Bronce. Galería Comunal de Arte Moderno. Foto R.Puig

Guido Galletti. Venus con tres amorcillos. 1939. Detalle. Bronce. Foto R.Puig

Attilo Torresini, Afrodita. 1930 34. Bronce. Detalle Galería Comunal de Arte Moderno. Foto R.Puig

Attilo Torresini, Afrodita. 1930-34. Bronce. Detalle. Foto R.Puig

Mientras la violencia se desata, el arte oficialmente tolerado invita al descanso

Attilo Torresini. Reposo. 1939. Bronce. Detalle Galería Comunal de Arte Moderno. Foto R.Puig

Attilo Torresini. Reposo. 1939. Bronce. Detalle Galería Comunal de Arte Moderno. Foto R.Puig

El saber hacer de los escultores italianos es extraordinario, pero el corsé que la ideología del régimen de Mussolini impuso con sus exigencias político-sociales también.

Tanto que aquella presión llevó en 1945 a Arturo Martini a publicar un volumen titulado La scultura lingua morta, afirmando amargado que la escultura estaba muerta en Italia. 

Por entonces Italia volviá a darse de bruces con la realidad.

Ana Magnani. Del multimedia de la Accademia di Belle Arti di Roma.

Ana Magnani en Roma Città Aperta. Imagen del multimedia de la Accademia di Belle Arti di Roma

Tras asistir a la proyección de un excelente audiovisual multimedia, producido por la Accademia di Belle Arti de Roma para esta exposición de la Galleria d’Arte Moderna de Roma,  que resume la historia de la ciudad desde 1870 a 1944, dejo estos locales recoletos. Aquí he podido visitar casi en solitario la exposición Stanze d’artista. Capolavori del ‘900 italiano. Sólo entraron otros dos visitantes durante más de una hora de visita.

El patio interior de la Galería Comunal de Arte Moderno. Foto R.Puig

El patio interior de la Galería Comunal de Arte Moderno. Foto R.Puig

Decididamente a los turistas que siguen apresurados a sus guías por las calles de Roma no se les ofrece en el paquete que han comprado la visita de estos sitios serenos, en donde las obras de Arte se pueden contemplar sin premura y sin codazos.

Como decía un pintor, de esa época que la exposición recuerda, cuando expresaba en que consistía el meollo de la actividad del artista:

De lo que en definitiva se trata es de ver esas cosas que los demás también ven pero en el momento en que los demás no las miran, que es cuando ellas se despojan de la rigidez de su pose, se abandonan y respiran más tranquilas.

Alberto Savinio (Andrea de Chirico) 1944

Cerca de la Galería veo a un artesano de la piedra a quien casi nadie mira

Plantando sanpietrini. Foto R.Puig

Plantando “sanpietrini”. Foto R.Puig

Le pregunto cómo hace para fijar al suelo los sanpietrini y amablemente me explica que los consolida unos junto a otros mediante una mezcla de arena o puzolana y polvo de alquitrán.

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En fin, Roma da para todo, pero sobre todo reúne una nube de turistas ansiosos de perpetuarse con alguno de sus fondos de postal.

Selfie en Piazza Navona. Foto R.Puig

Selfie en Piazza Navona. Foto R.Puig

Continuará…

 

 

 

 

 

 

 


Arrivederci Roma! Gomorron Göteborg!

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Roma Río. Foto R.Puig

Roma Río. Foto R.Puig

El día 8 de junio salimos de Roma por carretera hacia Els Poblets, con parada en San Remo y Valras Plage. En el asiento trasero y en el cofre del Peugeot 207 los ochenta kilos de Aretusa en travertino, toda la herramienta de escultura y el equipaje. Tras un merecido descanso, el día 22 volábamos de vuelta a Gotemburgo.

Vista desde Eriskberg. Gotemburgo. Foto R.Puig

Vista desde Eriskberg. Gotemburgo. Foto R.Puig

¿Contrastes? Todos, empezando por el salto desde las temperaturas de Roma a las de una costa post-glacial. En realidad estas bajas presiones sobre las riveras del Göta Älv son muy sanas, aunque dentro de un orden. Cuando escribo esto nos anuncian una semana refrescante, excelente para las plantas.

A las orillas del Tíber hemos dejado el viejo pecio que se puede ver desde el puente Vittorio Emanuele II

El pecio fósil del Tíber. Foto R.Puig

El pecio fósil del Tíber. Foto R.Puig

Y a la espera de su singladura veraniega por aguas más frías nos saluda la bandera del Götheborg

La popa del Götheborg. Foto R.Puig

La popa del Götheborg. Foto R.Puig

Aquí no necesitamos viajar en metro para escapar de la calorina, además no hay.

Por las profundidades de la metropolitana de Roma. Foto R.Puig

Por las profundidades de la metropolitana de Roma. Foto R.Puig

Si en Gotemburgo abundan las colinas graníticas, sin embargo no hay modo de competir con los panoramas que se abarcan desde lo alto de las romanas,

Vista desde el Pincio. R.Puig

Vista desde el Pincio. R.Puig

ni con los panoramas provocadores de ciertos escaparates romanos

Ñam ñam... Il Pecorino. Foto R.Puig

Ñam ñam… Il Pecorino. Foto R.Puig

Fa caldo, sí, pero los parques de Roma, como el inmenso de Villa Borghese, nos ahorran sudores

Moisés salvado de las aguas. Foto R.Puig

Moisés salvado de las aguas. Foto R.Puig

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Una exposición 

Lápida del mercader de esclavos Aiacius. Museo Romano Germano de Colonia. Foto R.Puig

Lápida del mercader de esclavos Aiacius. Museo Romano Germano de Colonia. Foto R.Puig

La exposición de la que quiero decir algo es (pues aún está abierta) la dedicada a la esclavitud en el Imperio Romano. Es bien sabido que los pies y las manos del poder de los hijos de la loba eran los esclavos. Sin ellos ese enorme legado de Roma que admiramos no existiría. La Mostra, instalada en los bajos del Museo del Ara Pacis (el Altar de la Paz) se titula Spartaco. Schiavi e padroni a Roma.

Cabeza de joven negro. Vaso de perfume. siglo II. Bronce. Mostra sobre la Esclavitud. Ara Pacis. Foto R.Puig

Cabeza de joven negro. Vaso de perfume. siglo II. Bronce. Ara Pacis. Foto R.Puig

Sería muy largo dar cuenta de toda la información y de la gran cantidad de piezas y documentos que se exhiben. Es todo un curso sobre la materia, con abundantes explicaciones históricas y una cuidadosa organización temática. Me limito a algunas de las esculturas, aunque es muy recomendable visitarla con detenimiento. Pero, dicho esto, habría sido de desear que dejasen al visitante la iniciativa de sus sensaciones y sentimientos ante la magnitud del esclavismo romano, el mayor de la historia de Occidente. No hacía falta que la exposición se sumerja en la penumbra, con una reducida iluminación y bisbiseos dramáticos de las recitaciones en los multimedia, difíciles de escuchar.

Niño esclavo durmiendo. Mármol. Siglo I al II. Foto R.Puig

Niño esclavo adormentado. Mármol. Siglo I al II. Foto R.Puig

El propósito pedagógico está bien estructurado pero la escenificación tenebrista era innecesaria. Es hoy frecuente que los Museos, cuando se esfuerzan por popularizar el arte y la cultura y hacerse atractivos, demuestren una pobre idea de la sensibilidad y la inteligencia del visitante.

Germano prisionero. Altorrelieve. Mármol gris. SiglosI al II. Museo del Castello de Baia. Mostra sobre la Esclavitud. Ara Pacis. Foto R.Puig

Germano prisionero. Altorrelieve. Mármol gris. Siglos I al II.  Castello de Baia. Foto R.Puig

A pesar de todo la exposición merece una visita sosegada.

Monumento funerario de un liberto imperial. Siglo II. Foto R.Puig

Monumento funerario de un liberto imperial. Siglo II. Foto R.Puig

Hace pensar y aprender

Un prisionero bárbaro. Bronce dorado. Museo de Brescia. Mitad del siglo I. Foto R.Puig

Un prisionero bárbaro. Bronce dorado. Museo de Brescia. Mitad del siglo I. Foto R.Puig

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Pastor- Mármol. Siglo I a.C. Castellamare di Stabia. Foto R.Puig

Pastor- Mármol. Siglo I a.C. Castellamare di Stabia. Foto R.Puig

Además, el que se haya instalado en el Ara Pacis a dos pasos del Mausoleo de Augusto Emperador tiene un valor simbólico. El contraste, entre los relieves que celebran la Pax Romana en el piso de arriba y las obras que en el piso de abajo recuerdan cuáles fueron los cimientos de la misma, es elocuente.

Estela funeraria de un niño hijo de esclava y amo. Siglo II. Mostra sobre la Esclavitud. Ara Pacis. Foto R.Puig

Estela funeraria de un niño hijo de esclava y amo. Siglo II. Foto R.Puig

No hay ni ha habido imperio en el mundo que no se haya asentado sobre la barbarie y la esclavitud. Los niveles y modalidades de las mismas varían, pero la explotación del hombre por el hombre se repite. Con el tiempo se pierden en el olvido aquellos exorbitantes daños colaterales y los viajeros acuden a celebrar y admirar el legado artístico y cultural. Esta exposición trata de equilibrar el cuadro del pasado de Roma.

Cabeza de un dacio.Siglo II. Mármol. Museos Vaticanos. Mostra sobre la Esclavitud. Ara Pacis. Foto R.Puig

Cabeza de un dacio.Siglo II. Mármol. Museos Vaticanos. Foto R.Puig

Si pasan por Roma antes del 17 de setiembre, no dejen de acercarse a esta exposición del Ara Pacis.

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Un homenaje

En otro lugar del centro histórico de Roma, en la Biblioteca del Senado, un grupo de representantes del mundo de la crítica y la historia del arte, así como de la Academia de Bellas Artes de Roma y miembros de la familia del pintor Claudio Bonichi (1943-2016) se reunieron el 6 de junio para rendir homenaje al artista desaparecido y presentar el proyecto de creación de los Museos Peluzzi Bonichi en el Comune de Monchiero (Piamonte).

Vista de Monchiero. Fuente Comune di Monchiero

Vista de Monchiero. Foto de la página del municipio

La institución estará dedicada no sólo a la obra de Claudio Bonichi sino a la de todos los artistas de la familia, como Gino Bonichi (1904-1933), que pintaba con el seudónimo de Scipione (hemos tratado de él hace poco en este blog) y Eso Peluzzi (1894-1985).  espacio para el arte y las actividades culturales en el núcleo histórico de este antiguo pueblo encaramado sobre una colina en la confluencia del torrente Rea con el río Tanaro.

Claudio Bonichi. Conversación interrumpida. 2010. Fuente Settemuse,it

Claudio Bonichi. Conversación interrumpida. 2010. Fuente Settemuse,it

En el proyecto es activa la familia de los artistas, en especial Benedetta Bonichi (1968), pintora consagrada y activa. Asistimos al encuentro por invitación de uno de sus promotores e intervinientes, mi profesor, amigo e historiador del Arte, Marco Bussagli, con quien espero visitar el proyecto de Monchiero cuando esté en marcha a partir de mediados de 2018.

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Despedida

Para concluir les dejo con algunas de mis fotos, no les será difícil adivinar de dónde son estas imágenes, si de Roma o de Gotemburgo

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Atasco romano. Foto R.Puig

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Fachada de Eriskberg. Gotemburgo. Foto R.Puig

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Fachada romana. Foto R.Puig

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Eriskberg. Gotemburgo. Foto R.Puig

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Todo para el turista. Foto R.Puig

 

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La casa azul. Eriskberg. Gotemburgo. Foto R.Puig

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Las noches del florista. Foto R.Puig

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Eriskberg. Gotemburgo. Foto R.Puig

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¡Arrivederci y no sueñen con los angelitos!

Al menos no con éste…

Bernini. Sant'Andrea delle Fratre. Roma. El ángel de la corona de espinas. Foto R.Puig

No, no está en Gotemburgo…


Con hierros y alambres. Pilane 2017 (I)

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Pilane 2017. Foto R.Puig

Pilane 2017. Foto R.Puig

Pues sí, como pueden apreciar, Anna, la escultura de Jaume Plensa, con sus 14 metros de altura, sigue presidiendo como el año pasado la cima de Pîlane.

Pero en esta entrada voy a hablar de dos artistas que se expresan con varillas y alambres de acero, varillas oxidadas las del sirio Mohammad Soleman y alambres galvanizados la británica  Sophie Ryder.

Caballo sirio. Mohannad Soleman. Pilane 2017. Foto R.Puig

Caballo sirio. Mohammad Soleman. Pilane 2017. Foto R.Puig

Nada más ingresar al parque, se divisa un caballo que parece salido de Las mil y una noches. Recortándose sobre el cielo parece esperar a aquel príncipe que, sin pedir permiso, se lanzó por encima de los mil jinetes del rey a lomo del equino de ébano, dotado por su ambicioso artífice de mágicos resortes para el vuelo.

Caballo sirio. Mohannad Soleman. Pilane 2017. Foto R.Puig

Caballo sirio. Mohammad Soleman. Pilane 2017. Foto R.Puig

El creador de este caballo lo ha estructurado con extrema habilidad para formar volúmenes, soldando pacientemente el material que se usa para los forjados de hormigón. Ya era conocido antes de verse obligado a refugiarse en Suecia en el 2015, abandonando su patria en guerra, Siria.

Mohammad Soleman y su Caballo Sirio. Pilane 2017

Mohammad Soleman y su Caballo Sirio. Pilane 2017. Fuente: Pilane website.

Además ha cargado su obra de sueños, los suyos y los nuestros, de libertad y paz, a las que todos aspiramos.

Ayer oía por la TV al líder de la extrema derecha sueca. Exigía (refiriéndose a los refugiados y solicitantes de asilo): “que se adapten a nosotros o que se vuelvan a su país”. Pues yo digo que si la adaptación de unas personas a otras ha de ser recíproca, si ha de ser un dar y un recibir, dudo mucho que Jimmie Åkesson y su partido puedan alguna vez acercarse al nivel de humanismo de este artista y dar a Suecia algo equiparable.

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Si seguimos andando por las praderas de Pilane, este año afectadas por la sequía que preocupa en esta costa del centro oeste y en el sur de Suecia, vemos con frecuencia las líneas que la fricción glaciar esculpió pacientemente en estas colinas graníticas, expresiones abstractas del arte inanimado de la Tierra que nos sobrevivirán.

Lineas en el granito. Obra de los glaciares. Pilane 2017. Foto R.Puig

Caligrafías de los glaciares en el granito de Pilane. Foto R.Puig

Como también es probable que nos sucedan los menhires funerarios de aquellos pobladores que nos precedieron, viviendo y muriendo en estas islas hace miles de años.

Pilane. Los menhires funerarios. Foto R.Puig

Pilane. Los menhires funerarios. Foto R.Puig

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Hilando fino

Pies durmientes. Sophie Ryder. Pilane 2017. Foto R.Puig

Pies durmientes. Sophie Ryder. Pilane 2017. Foto R.Puig

De granito gris pueden parecer estos gigantescos pies hasta que nos aproximamos.

Pies durmientes. Sophie Ryder. Pilane 2017. Foto R.Puig

Pies durmientes. Sophie Ryder. Pilane 2017. Foto R.Puig

En realidad han sido moldeados en alambre de acero galvanizado.

Pies durmientes. Sophie Ryder. Pilane 2017. Foto R.Puig

Pies durmientes. Sophie Ryder. Pilane 2017. Foto R.Puig

Después de subir y bajar por los senderos de Pilane, sentimos una cierta envidia de estos dos pies entrelazados y en reposo.

La pradera invita a la siesta…

Pies durmientes. Sophie Ryder. Pilane 2017. Foto R. Puig

Pies durmientes. Sophie Ryder. Pilane 2017. Foto R. Puig

y las ovejas de Pilane se han buscado una sombra para relajarse; eso sí, sin dejar de masticar

Las ovejas en Pilane 2017. Foto R.Puig

Las ovejas en Pilane 2017. Foto R.Puig

Pero aún queda hilo por devanar, mejor dicho alambre ya torcido, y no son ovejas sino conejas antropomorfas las figuras que Sophie Ryder ha formado, pienso que para hacernos pensar.

Introspective. Sophie Ryder. Pilane 2017. Foto R.Puig

Introspective. Sophie Ryder. Pilane 2017. Foto R.Puig

No será fácil descifrar su mensaje, pues están absortas en plena introspección.

Hay una que busca, no sabemos bien qué…

Introspective. Sophie Ryder. Pilane 2017. Foto R.Puig

Introspective. Sophie Ryder. Pilane 2017. Foto R.Puig

Mientras otra compañera medita en lo que parece una postura propia de un yogui ensimismado

Introspective. Sophie Ryder. Pilane 2017. Foto R.Puig

Introspective. Sophie Ryder. Pilane 2017. Foto R.Puig

Ésta también está concentrada en sus pensamientos.

¿O es algo más banal?

Introspective. Sophie Ryder. Pilane 2017. Foto R.Puig

Introspective. Sophie Ryder. Pilane 2017. Foto R.Puig

A la que no parece importarle mucho lo que piensen sus compañeras es a esta otra que se mantiene orgullosamente en pie. Probablemente sea la jefa.

¿Será que ha castigado a las otras a no moverse hasta que ella lo decida?

Introspective. Sophie Ryder. Pilane 2017. Foto R.Puig

Introspective. Sophie Ryder. Pilane 2017. Foto R.Puig

A mí me parece que debe de ser la Directora General del grupo.

En todo caso, no le daré más vueltas, que ya bastante ha revuelto los alambres esta meritoria escultora británica. Puede ser que sólo sea una muestra de humor conceptual y que simplemente quiera tomarnos la pelambre, pero si alguno de ustedes la conoce o se sabe el significado de la instalación, estoy más que dispuesto a publicarlo. No dejen de ilustrarme al respecto. Gracias.

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A volar

Caballo sirio. Mohannad Soleman. Pilane 2017. Foto R.Puig

Caballo sirio. Mohannad Soleman. Pilane 2017. Foto R.Puig

Nosotros despegaremos a lomos del caballo de Soleman hacia el mundo de las mil y una noches (una versión del cuento del caballo de ébano pueden escucharla pinchando aquí ) para volar hacia orientales aventuras.

"Encantado" el Caballo Volador de las Mil y una noches. Fuente Oljasteam. blogspot.

“Encantado” el Caballo Volador de las Mil y una noches. Dibujo de Oljasteam.blogspot.com

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Aunque, si esto les da vértigo, podremos dejarnos llevar tras las nubes, mecidos por el viento que sopla sobre la cima de Pilane, ahí donde, impasible y absorta, Anna medita.

Anna de Jaume Plensa. Pilane 2017. Foto R.Puig

Anna de Jaume Plensa. Pilane 2017. Foto R.Puig

Bastará con pinchar aquí

 

 

 


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